VUELTA DE HOJA

Sadam y familia

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A los terroristas debieran aplicarles también el carné por puntos. Una vez consumido su cupo de asesinatos habría que obligarles a reciclarse, después de quitarles las pistolas y las bombas. Hace un par de días, un camión al completo de explosivos provocó en Bagdad 60 muertos y más de 100 heridos. No ha servido de mucho que las autoridades norteamericanas liberaran a cerca de 500 reclusos dentro del anunciado plan de excarcelaciones y los expertos en política internacional, que son los que ven venir las cosas cuando ya han pasado, aseguran que la nueva matanza puede dar al traste con el proyecto de «reconciliación nacional».

Por lo pronto, a la nómina de los terroristas suicidas que están en lista de espera se ha agregado otra lista: la de la familia de Sadam Husein. Una familia numerosa que si lee el Corán unida permanece unida. Nada menos que 41 personas.

Se las acusa, en mayor o menor grado de parentesco, de utilizar los millones de dólares robados por el sátrapa para financiar la insurgencia suní. Los abogados del ex dictador que aún continúan vivos dicen que estas acusaciones no tienen ninguna base legal, pero eso importa poco. Tampoco la tenía la invasión de Irak.

Poco a poco y muerto a muerto, se van aclarando sus negros motivos. El ex asesor del Gobierno de Estados Unidos, Larry Diamond, ha formado un buen revuelo al declarar que el plan de Bush para Irak era «una fantasía increíble». Pretendía el Emperador crear un país pro-estadounidense y pro-Israel presidido por un grupo de exiliados. Más grave todavía es lo que ha revelado Hans Küng, historiador de las religiones y teólogo eminente. En su opinión, mucho antes del 11 de septiembre ya se forjaron planes para controlar mediante la guerra las fuentes de petróleo iraquíes. Cuando le quiten la careta a Bush se comprobará que su rostro es idéntico a ella.