Pésima imagen
Actualizado:Está por ver que con la retrasada proclamación de Ramón Calderón como presidente electo del Real Madrid, se haya puesto fin a la cadena de despropósitos en la que se ha convertido la muy singular renovación de la junta directiva de un club de fútbol que ha merecido reconocimiento mundial. Ahí, precisamente, estriba la importancia del penoso espectáculo ofrecido en los últimos días de campaña y en la misma jornada de votación y cómputos: en la ausencia total de juego limpio en una sociedad deportiva que es la marca española más conocida y popular en los cinco continentes.
No se trata de un asunto propio de los 66.000 socios del club o de los centenares de miles de seguidores del equipo merengue. De igual modo que el brillante historial del Real Madrid en competiciones internacionales ha servido como proyección exterior positiva de España, el caos organizativo y de gestión ofrecido en los últimos tiempos, rozando el esperpento en la noche del domingo, también deteriora la imagen asociada a la marca de tan conocido club. La pirueta de la junta electoral que ayer proclamó presidente a quien más votos obtuvo en las urnas horas después de negarse a hacerlo, por desgracia no será más que el penúltimo de los disparates perpetrados. Aún está por ver el desenlace final del procedimiento judicial abierto sobre el voto por correo, suspendido cautelarmente por un Juzgado, y la reacción del candidato que se considera víctima de esa intervención.
Tan importante, o más, que el perjuicio a la imagen de marca, es la sensación generalizada de que una industria del espectáculo tan masiva, tan potente y que mueve tantísimos recursos económicos como el fútbol, se articule con tan frágiles mimbres organizativas. Los clubes, en algunos casos, siguen siendo refugio de pseudo-empresarios aventureros, pero la vía de las sociedades anónimas para facilitarles solidez no ha curado todos los males. Situaciones como la del Real Madrid no son inéditas y su reiteración reclama una actualización profunda de las llamadas estructuras del fútbol, las privadas y las institucionales, acompañada de un régimen de transparencia y agilidad coherente con una sociedad como la nuestra.