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Editorial

El Tour, tocado

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España ha recuperado protagonismo en el gran espectáculo deportivo del Tour de Francia que ayer comenzó pero por motivos bien diferentes al alcanzado en su día de la mano de Indurain o, con anterioridad, a otras grandes figuras del ciclismo. La operación Puerto, culminada a finales de mayo por la Guardia Civil, es ya de tal alcance que sus efectos están siendo devastadores para la gran competición francesa, que ha visto cómo sus principales favoritos han sido apeados de la carrera al aparecer sus nombres vinculados a la red de dopaje desarticulada. El italiano Ivan Basso, ganador del Giro, el alemán Jan Ullrich, ganador del Tour en el 97, y el español Francisco Mancebo, los más claros favoritos, no lucharán este año por el maillot amarillo que se llevó en las siete últimas ediciones el norteamericano Lance Armstrong, jubilado oportunamente de la competición.

Si las autoridades francesas hace tiempo venían dando muestras de su severidad en la persecución del dopaje, sobre todo entre ciclistas, las españolas, pese a la fama de permisividad de nuestro país en este campo, pueden estar ahora orgullosas de haber desmontado la mayor organización de prácticas ilegales en el deporte de competición que se haya conocido en los últimos años. Pocas objeciones se pueden presentar ya al trabajo de investigación realizado en España durante largos meses, aunque no está de más recordar que la insistencia de los organizadores del Tour para conocer la lista de ciclistas que aparecen en el sumario judicial, para forzar su exclusión de la prueba, podría llevar a la opinión pública a sacar conclusiones apresuradas sobre aquellos cuyos nombres han aparecido. No en vano, la Unión Ciclista Internacional ha destacado en un comunicado que la implicación de estos ciclistas no supone que hayan violado la ley antidopaje, sino que los hechos relatados en el informe «son lo suficientemente graves» para instar a los equipos del Pro Tour a aplicar el código de conducta. En cualquier caso, la mera relación de nombres de algunos de los ciclistas que hoy no han salida en Estrasburgo no sólo da idea del grado de influencia -y de corrupción- que habían alcanzado Eufemiano Fuentes, Manolo Sainz y José Luis Merino, y hace temer que el dopaje oculto en muchos deportes deje pequeño lo ahora descubierto. Bienvenida sea, pues, la ley que, al respecto, acaba de aprobar el Congreso y con la que se pretende imponer la tolerancia cero contra esa auténtica estafa a los aficionados de cualquier disciplina deportiva.