VUELTA DE HOJA

Temer lo mejor

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Emprender el diálogo con ETA supone algo semejante a lo que esperan los que se casan cuatro o cinco veces: un triunfo de la esperanza sobre la experiencia. El mundo es una finca manifiestamente mejorable y si no mejora a la deseable velocidad es porque hay muy poca gente que lo crea posible. En el caso concreto de las difíciles conversaciones con la banda, que se inician sin el PP y con el aplauso más o menos fervoroso de los otros partidos, los vo-tantes no tenemos ni voto ni voz. Aunque los negociadores griten, para nosotros será un diálogo de sordos. Ni si-quiera podemos pedirle a nuestra inteligencia, como el poeta, que nos dé «el nombre exacto de las cosas». Más que nada porque hay cosas que no tienen nombre.

En un mundo ideal no habría ciclistas que se drogaran, ni concejales y alcaldes ladrones, ni nacionalistas en cuyo exaltado pecho no cupiera el concepto de Nación. Pero no habitamos el mejor de los mundos posibles y de lo que se trata es de hacerlo algo más habitable. Se le reprocha al presidente del Gobierno que no guardara las formas, pero quizá las guarde para mejor ocasión. Los periodistas se enteraron antes que los diputados y curiosamente eso le ha sentado como un tiro a los que no son ni periodistas ni diputados. Hablando de tiros, de lo que se trata es de que no suene ni uno más. ¿Será posible?

La realidad no gusta de acoplarse con nuestros deseos y, como suele decir la gente descreída, a la que sin embargo asiste la doliente virtud de la resignación, «que sea lo que Dios quiera, que nunca será nada bueno».

Llevamos tres años sin asesinatos, lo que para nosotros es todo un récord. Ojalá termine bien lo que mal empieza, pero lo que no se le puede pedir a las familias de las víctimas es que se conformen con la posibilidad de que no haya más y que «perdonen las mo-lestias».