Irrepetibles
Actualizado:Todo va a cambiar y la vida puede ser maravillosa, nos vienen diciendo en La Sexta. Después de asomar la cabeza con el trampolín del Mundial y mientras legiones de antenistas se apresuran a expandir por España la señal de la nueva, la cadena de Emilio Aragón va haciendo algunos guiños sobre lo que será su próxima programación. La otra noche, aprovechando la resaca del Mundial, tuvimos en pantalla una suerte de espectáculo-prólogo, presentado por el propio Aragón, en el que participaban algunos de los nombres más significados de eso que nos espera cuando todo cambie.
El programa se llamaba Los irrepetibles, con el adjetivo de una marca de cerveza que oficiaba de madrina promocional. Los nombres son los mismos que los del club de la comedia, más algunos rostros importados como Juan Ramón Lucas y Wyoming, entre otros. Fue una buena idea colocar la promoción en el horario habitual del fútbol, en el llamado prime time. Fue una buena idea, sí, pero no resultó: tuvo una cuota de pantalla del 2,4%, algo más de 300.000 espectadores. Una ruina, en fin. Recordemos que el partido de España lo vieron por La Sexta unos 3 millones de espectadores. Esto quiere decir que, de la gente que puede ver La Sexta en su casa, sólo el 10% quiso ver a Los irrepetibles de Aragón.
La verdad es que el programa tampoco daba mucho de sí: en realidad fue un show de ja, ja, ji, ji, que entre carcajada y carcajada nos iba presentando algunos de los nuevos programas. Irrepetibles es un concepto ambiguo. Quiere decir que algo es tan singular, tan único, que nunca se conocerá otra cosa igual. Induráin, por ejemplo, fue un campeón irrepetible. En televisión hay muchos programas irrepetibles: no porque hayan sido tan buenos que nunca habrá nada igual, sino porque nadie se atrevería a emitirlos en una segunda ocasión. La ventaja que tiene este show de La Sexta es que, en realidad, no podría hablarse propiamente de repetición: lo ha visto tan poca gente que, si se emite de nuevo, para muchos será la primera vez. Todo tiene su lado bueno, ¿verdad?