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Con el sabor de la campiña y de las entrañas de la albariza
Desde 1942 la familia Benicio regenta este establecimiento con sabor tradicional y prestigio internacional Rollitos de ternera y huevos a la flamenca, lo más solicitado
Actualizado: GuardarFelipe Benicio es el hombre más sembrao de la hostelería jerezana. Lleva al frente de la Cepa de Oro desde 1992 cuando sucedió a su padre, José Benicio, que fundó el negocio en 1942.
Una familia hostelera repartida por muchas de las calles de nuestra ciudad con sus diferentes establecimientos en los últimos setenta años.
Hablar largo y tendido con Felipe Benicio es hablar con un profesional del gremio de los pies a la cabeza. Detalla todo cuanto ve a su alrededor y le saca punta a las malas costumbres de la hostelería, aunque no está demasiado convencido de las nuevas artes en el mundo de la gastronomía y de los nuevos métodos en el servicio al cliente.
La Cepa de Oro emana simpatía y un olor delicioso a buena cocina tradicional andaluza. No es de extrañar que cada día la terraza de este antiguo establecimiento y su interior esté prácticamente de bote en bote.
«Siempre hay gente de Jerez. Amigos de una parte o de otra que vienen a comer, a tomar el aperitivo a mediodía o un refigerio por la noche. La Porvera es una de las calles más emblemáticas de Jerez y tiene cerca la Escuela de Arte y varios museos, por eso pasan por aquí muchos guiris y se sientan en cuanto ven nuestra carta».
Felipe y sus «compañeros», como a él le gusta denominar a quienes les acompañan diariamente en la cocina, la barra o la terraza, abren temprano por este motivo: «Prácticamente abrimos todo el día. La costumbre de los extranjeros de comer bien temprano nos obliga a abrir el restaurante a una hora poco habitual en Jerez, y eso nos obliga a tener dos horarios distintos, uno para los extranjeros y otro para los de aquí».
Un horario hispano-británico que no afecta en absoluto al devenir diario del negocio, todo lo contrario, le da caché y prestigio por el planteamiento de trabajo en un sector al que se mira con lupa.
La Cepa de Oro ocupó la antigua esquina entre Tornería con calle Larga. «Estaba donde ahora la perfumería. Cerraron sus puertas y coincidió cuando mi padre iba a abrir este negocio y decidió adoptar ese nombre», recuerda Felipe. Hay otros establecimientos en Aranda del Duero, Granada o Murcia con este patronímico tan singular.
Uno de los símbolos de la Cepa de Oro fue la marquesina que durante años sirvió de refugio a los clientes para saborear un buen vino de jerez, su café y copa, o un delicioso plato de los de antaño. Una marquesina que colocó la bodega Palomino & Vergara y que desapareció a mediados de los años ochenta tras la remodelación de la calle.
Según Felipe Benicio, «la Cepa de Oro mantiene una mañana y una tarde fija, aunque la noche es más eventual». Sobre el futuro del establecimiento, su propietario asegura que está en buenas manos. «Mi mujer y mis hijos trabajan conmigo. Algunas veces están mejor y otras no tanto, pero mi hijo José Carlos sí que tiene madera de hostelero, ya regenta su propio negocio en la calle Muro».
Para un establecimiento cuyo lema es sincero y espontáneo: «Nuestra veteranía es una garantía», no hay que irse de él sin probar los famosos rollitos de ternera, el rabo de toro o los huevos a la flamenca. Una carta extensa de entrantes, sopas y cocidos, revueltos, carnes de la zona y pescados de Sanlúcar, así como una mini carta de once u doce platos en la que se puede degustar todo lo habido y por haber, así como la de postres. Todo regado con los buenos caldos del Marco de Jerez y de otras denominaciones de España, algo que cuida con mucho mimo Felipe Benicio, porque «qué es un plato si no está acompañado de un buen vino».