PAN Y CIRCO

Irritados, pero menos

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Si el encuentro contra Francia -como ha repetido con insistencia Luis- constituía la clave para dilucidar las posibilidades reales de nuestra selección nacional, la conclusión terminante es que hemos vuelto a fracasar. Es ahora cuando podemos hacer una lectura correcta de la estrategia diseñada y cuando debemos medir la calidad efectiva del conjunto. Tras superar de manera satisfactoria los tres partidos de la fase inicial, Luis ha insistido en ese estilo que según él premiaba el fútbol pero que ha carecido de eficacia. El hecho cierto es que las tan cacareadas cualidades de este equipo como, por ejemplo, la firmeza de Casillas, la fuerza de Puyol, la polivalencia de Sergio Ramos, los lanzamientos de Pernía, el equilibrio de Senna, la sapiencia de Xavi, el talento de Xabi Alonso, la zancada de Torres, la llegada de Luis García y el tino de Villa no han sido suficientes para ganarle a Francia. Hemos de reconocer que la juventud y la ilusión de este equipo aún no han alcanzado el nivel de calidad de los mejores conjuntos del mundo. Es cierto que la selección ha sufrido y ha dado muestras de habilidad y de velocidad pero, para analizar las causas de este nuevo fracaso, hemos de reconocer que hemos carecido de seriedad táctica, de cabeza, de experiencia, de solidez y de frialdad: unas cualidades que son necesarias para figurar entre los mejores. Hemos de aceptar que este equipo no ha sabido mantener la frescura, el remate y la repetición de esas elaboraciones minuciosas que facilitan la llegada al área con posibilidades de terminar en gol. Es comprensible que este nuevo naufragio de la Selección nos haya decepcionado e, incluso, irritado, pero a condición de que el disgusto sea menor del que nos producen otros fracasos más graves como, por ejemplo, el del conflicto entre palestinos e israelíes, el de los cayucos que naufragan en el Océano Atlántico o hasta la galopante subida del precio del petróleo. Ojalá nos ilusionemos con acercarnos a otras metas.