La causa primera
Actualizado:Lo peor son los disgustos. Le recomiendo a mis benévolos lectores, entre los que no me cuento, que si alguien quiere darle un disgusto no lo cojan. Déjelo ahí, por favor, deben decirle al transportista. Las contrariedades, incluso las menores, son muy malas para el miocardio, ya que inmediatamente las hacemos nuestras.
El Ministerio de Sanidad recomienda a las empresas la creación de programas de prevención de infartos, que son la primera causa de muerte en España, y de estrés, que son la segunda. Quizá tengan mucho que ver la una con la otra.
No deja de ser curioso que los intereses de Sanidad sean contrarios a los de los médicos. Mientras el Ministerio de ese nombre desea que nadie se ponga malo, para disminuir sus enormes gastos, los médicos aspiran a que su clientela sea cada vez mayor. Sería injusto deducir que unos tienen mejor corazón que otros.
El corazón es una pobre válvula, que etimológicamente viene de puerta. Di Stéfano le llama el «bobo», porque está trabajando a todas horas, pero se ha hecho un símbolo del amor y nadie dice, por ejemplo, que tiene ocupado por otra persona su páncreas o su hígado. Las estadísticas revelan que en España fallecen cada año 30.000 infartados sin recibir asistencia médica, pero no precisan el número de los que mueren habiéndola recibido. Hay que darse cierta prisa, ya que los expertos aseguran que el tiempo que transcurre desde el comienzo de los síntomas al desenlace de su gestión oscila entre los 120 minutos y los 156. No es mala muerte, a condición de que nos dejen elegir la edad y el mo-mento. Mucho mejor que rodar por los hospitales con un tubo en la nariz y otro en la minina, sin la menor consideración a los lugares donde hemos metido ambas cosas. Una falta de respeto.