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DURO. Ibrahimovic levanta en exceso el pie en busca de un balón, mientras Metzelder intenta despejar de cabeza. / REUTERS
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El rodillo alemán aplasta a Suecia

Los anfitriones siguen fieles a su estilo práctico y dan una lección de efectividad

IGNACIO TYLKO<br><br> Enviado <br><br>especial/
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Su fútbol nunca enamorará a los puristas del toque, el gambeteo y el adorno, pero que Alemania siempre será una superpotencia que se merece entrar en todas las quinielas de favoritos no lo puede dudar nadie, ni siquiera los más críticos con su filosofía del fútbol y de la vida. Esté como esté, es fiel a un estilo, reconocible, virtudes incuestionables en tiempos de indefinición. El tricampeón del mundo disipó cualquier incertidumbre sobre su candidatura con una exhibición de convicción, fortaleza, potencia y pegada ante una asustadiza Suecia que firmó en Múnich la rendición de Baviera. El rodillo sólo necesitó 12 minutos a pleno rendimiento para aplastar a los escandinavos.

Alemania jamás podrá divertir como Brasil, pero su fútbol también es arte. Más rudo, más basto y menos ingenioso, sin otra fuente de inspiración que la practicidad, pero para imponer ese ritmo también hay que ser un privilegiado, un atleta. En un arranque espectacular, los teutones rompieron por todos los lados. Ni los nervios de jugar en casa, ni el agobio del favorito, ni el peso de la historia, ni gaitas. Eso son tópicos que no van con gente tan pragmática. Salieron decididos a merendarse al rival. Para los suecos, eso de defenderse desde la posesión del esférico es una quimera, pero no para argentinos, brasileños y españoles.

Ahí, frente a alguno de estos adversarios con un estilo opuesto, es donde habrá que calibrar mejor a un equipo con un gran lateral zurdo, Lahm, un Ballack en progresión, dos extremos notables como Schneider, ya veterano, y Schweinsteiger, de enorme proyección, y una pareja de ataque letal. Klose y Podolski, tanto monta monta tanto, se compenetran a la perfección. Y tienen veneno. Esta vez fue el delantero del Colonia, ya fichado por el Bayern de Múnich y pretendido en su momento por el Real Madrid, el que anotó dos goles que finiquitaron el partido en un visto y no visto. Pero Alemania siguió bombardeando al portero Isaksson, el mejor de los escandinavos, y estrelló hasta dos balones en la madera.

Verles calentar ya demuestra que los alemanes no se andan con zarandajas. Pocos ronditos y un sinfín de lanzamientos a puerta. No regalan a la vista ni una sutileza, pero están obsesionados con la portería contraria. O meten un balón a la cazuela y saltan como posesos, o se llevan el rechace, o presionan de forma atosigante, o buscan la sorpresa por banda. Sobre todo, intentan una y mil veces el disparo lejano a puerta. Es un recurso de toda la vida, muy en desuso en España, sin ir más lejos, pero que estos germanos emplean a lo bestia. No tienen miedo a que el balón se les vaya a las nubes o cerca del córner. Es algo innato.

Fiel a su idiosincrasia, con unos rasgos definidos de toda la vida que distinguen hasta los no iniciados, Alemania siempre es Alemania. Da igual que esté el 'torpedo' Muller o Klose, Klinsmann o Podolski. Unos son mejores que otros pero todos tiran para adelante y juegan en quinta marcha, sin reservas, metiendo cualquier parte del cuerpo para llevarse un balón dividido. Y el que responde siempre a una idea, mala o buena, tiene mucho avanzado en un fútbol donde priman la especulación, el miedo y la inconcrección.

Defensa insegura

Sólo la defensa, cogida con alfileres, con dos centrales poco consistentes e incapaces de sacarla jugada, y un lateral derecho menor, ofrece síntomas de flaqueza en este equipo entregado a la causa, apoyado por el fervor popular, en estado de gracia y, encima, beneficiado por las tradicionales ayuditas arbitrales. Con 2-0 y todo resuelto, sobró quizá la rigurosa expulsión de Lucic por doble amarilla. Compensó luego el juez brasileño al pitar un inexistente penalti sobre Larsson que pudo dar emoción al tramo final, pero ni por esas. El azulgrana lo lanzó a las nubes.

Suecia no estaba por la labor de complicar la vida al anfitrión. Es verdad que Alemania aún no ha jugado contra un rival de postín, que Costa Rica, Polonia, Ecuador e incluso Suecia no sirven para ver de qué puede ser capaz, pero va a más y se hace respetar. Que nadie le descarte. Sería muy osado.