ENCONTRONAZO. Bruce Willis aparta al fotógrafo Anthony Goodrich en el incidente objeto de la denuncia. / LA VOZ
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Willis, el sensible

El actor estadounidense reclama un millón de dólares por «daño sentimiental» a un paparazzi que antes le denunció por agresión

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Bruce Willis es un tipo duro. Quien le busca le encuentra y no importa lo que cueste. En 2003, durante una visita a las tropas estadounidenses destacadas en Irak, prometió un millón de dólares al hombre que capturase a Sadam Hussein. «Y que me dejen a solas unos segundos con él», fanfarroneaba entonces al más puro estilo chulesco de su personaje John McLane, el policía de La jungla de Cristal, cuya cuarta entrega rodará en breve.

Quizá ahora que Sadam se encuentra preso, Willis necesite el dinero, porque el actor ha presentado una demanda por un millón de dólares contra el paparazzi Anthony Goodrich (un apellido muy apropiado) por daños contra su «reputación y posición en la comunidad».

La historia comienza la noche del 13 de junio, cuando el protagonista de El último boy scout se disponía a entrar en el restaurante Koi, en West Ho-llywood. El lugar, frecuentado por las estrellas, en especial por Paris Hilton, es parada obligada de los fotógrafos del corazón angelinos y por supuesto de Goodrich, uno de los más conocidos por acosar frecuentemente a los fa-mosos. Al ver a Willis, se acercó y comenzó a tomar instantáneas. Según los abogados del intérprete de El sexto sentido, el potente flash cegaba al actor, quien levantó el brazo para protegerse los ojos y su mano rozó «de manera inapreciable» la cámara del paparazzi. «Estiró su brazo con fuerza, me empujó y apretó la cámara contra mi cara», declaró el fotógrafo horas después al website tmz.com. De hecho, Goodrich acudió a un centro médico para que certificaran sus lesiones y presentó la correspondiente denuncia ante la Policía. Al protagonista de El niño estas declaraciones le «decepcionaron profundamente», por lo que ha decidido querellarse por difamación. Goodrich, quien días después del incidente pidió el archivo del caso porque no quería seguir adelante con su denuncia contra Willis, no ha hecho aún declaraciones sobre este giro en el guión de una historia que nunca debió de producirse.

Las palabras «malintencionadas y difamatorias» de Goodrich han afectado mucho al actor de Chacal, que sufre de «ignominia, mortificación, hu-millación, daño en el valor de su nombre y le han he-rido en sus sentimientos», según la demanda. Por todo ello, el duro McClane, que acostumbra a cargarse terroristas en camiseta de tirantes, reclama un millón de dólares al polémico paparazzi. Willis ha resultado ser un tío sensible, aunque alardee ante los marines sobre lo que haría en una habitación a solas con el sátrapa iraquí.