¿POR FIN! Henry, autor del segundo gol y uno de los grandes peligros para España, celebra el tanto que consumaba la clasificación. / REUTERS
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La liberación de Zinedine Zidane

Una selección francesa revolucionaria aprovecha el exilio de su rey suspendido para desafiar a España en los octavos de final del próximo martes

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Liberada de Zidane, Francia consiguió anoche en Colonia el primer triunfo desde la final victoriosa de su Mundial en 1998 sobre Brasil al derrotar a Togo, ya eliminado, con dos goles fabricados por Patrick Vieira, su capitán africano. Los revolucionarios galos, con su monarca en el exilio de la suspensión, obtuvieron el salvoconducto para desafiar la pujanza de España en octavos de final, el próximo martes en Hanover. Será la revancha al 2-1, con penalti postrero fallado de Raúl, endosado por los galos en Brujas (Bélgic) hace seis años en cuartos de la Eurocopa.

Raymond Domenech, apasionado por la astrología, vive en su hábitat natural. El fútbol está plagado de signos y augurios. Anoche las constelaciones del zodiaco influían en un doble aniversario. Patrick Vieira cumplió 30 años. Zinedine Zidane, 34. El primero jugó con capitanía heredada. El segundo rumió el brazalete con una suspensión por doble amonestación. En este doble destino se dirimió la suerte de Francia. A rey muerto, rey puesto.

Nacido en Dakar (Senegal), el capitán accidental ajustició a sus coterráneos de continente con una doble inspiración en media docecena de minutos. Mandó a la red a la media vuelta una asistencia de Ribéry y ejecutó de cabeza la dejada que Henry materializó, también de giro, en el segundo tanto. Hasta la cita con la rehabilitación en Colonia, el fornido vestigio del colonialismo galo era una de las grandes decepciones de un conjunto atrapado por los fantasmas de sus fiascos recientes y de glorias ya camino de la leyenda.

En las horas previas, Vieira había comentado que su equipo debía funcionar sin llevar echado el freno de mano. La realidad del terreno evidenció que era una referencia sacrílega al creador suspendido. El acusador irreverente, quizá de forma involuntaria, enunció la clave del declive de uno de los combinados más vetustos del torneo. Los bleus evolucionaron con mayor velocidad y frescura sin la rémora del fielato obligado de su avejentado 10.

La frescura y el dinamismo cobrados sin Zizou se tradujeron en más llegada y mayor remate. Los pupilos de Domenech, reconvertido al clásico 4-4-2, ya llevaban media docena de tiros y un gol anulado cuando Senderos adelantó a Suiza (m. 23) con un doble cabezazo, al balón y a un defensa coreano. La renovada mordiente gala brindó a Kossi Agassa la oportunidad de reivindicarse como mejor guardameta de lo que deja pensar su suplencia en el Metz francés. La entrada en el once de Trezeguet fue el otro factor de la metamorfosis azul. El delantero de origen argentino fue una pesadilla para la zaga africana con sus desmarques y remates. Su rendimiento descalifica la tozudez de Domenech de jugar con solo Henry en punta y da la razón al empeño de Zidane de aprovechar el tándem ofensivo formado en el Mónaco. Pero Francia, la demasiado añeja Francia, es fiel a la historia. Sus revoluciones requieren la cabeza decapitada del rey.