PENALTI INEXISTENTE. Shevchenko, fichado por el Chelsea, transformó la pena máxima con la que castigó el árbitro paraguayo a los tunecinos. / REUTERS
MÁS FÚTBOL

Un partido impropio de un Mundial

Shevchenko acabó con la incertidumbre en un pésimo duelo al convertir un inexistente penalti señalado por un árbitro nefasto para los africanos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Espectáculo indigno para un marco incomparable. Ni el majestuoso Olímpico de Berlín, desbordante de historia, ni el lujoso escaparate del Mundial, se merecían un espectáculo tan deprimente como el ofrecido por ucranianos, tunecinos y un árbitro paraguayo que barrió a favor de los europeos. Por si quedaban dudas, unos y otros remarcaron que el de España era el 'grupo de la vida'. El más sencillo del Mundial, sólo comparable, quizá, con el formado por Portugal, México, Irán y Angola.

Entre que los tunecinos no podían y los ucranianos no arriesgaron lo más mínimo, puesto que hasta el empate les bastaba para cumplir el objetivo y son felices en la retaguardia, no quedó otra que el sopor en hora de sobremesa. Al menos, la tarde permitió echar una ojeadita a algún monitor de televisión próximo y tener noticias de Kaiserslautern, donde, ciertamente, la cosa tampoco parecía muy animada.

Hasta Amelio Andino, un ingeniero electrónico de profesión que también se dedica a arbitrar, se sumó a los despropósitos y cercenó cualquier esperanza de los africanos. Los de Lemerre se quejan de forma legítima de que fue riguroso al expulsar a Jaziri al borde del descanso, se comió un penalti por mano de Voronin en una barrera y, para remate final, se dejó engañar por la caída a trompicones de Shevchenko en la pena máxima que disipó cualquier incertidumbre y permitió al 'Bota de Oro' de 2004 marcar su segundo gol en su primer Mundial.

Los tunecinos, inofensivos

Si alguien pensaba que por aquello de las urgencias, de tener que ganar sí o sí para acceder por vez primera en su historia a octavos, Túnez saldría a por todas, erró de lleno. Entre el no jugar a lo loco que pregonó Roger Lemerre en la víspera y el no jugar a nada que se vio en la capital germana, debería haber un punto intermedio. Imposible hallarlo, por lo visto.

Ni un disparo, ni un centro peligroso, ni una intervención de Shovkovskyi que llevarse a la boca. Lento, parsimonioso, con miedo a encajar un gol fatal, Túnez confiaba todo a que apareciera Jaziri en alguna de sus correrías. Pero lo que hizo esta vez el delantero del Troyes francés fue acabar expulsado por tirarse en el área y hacer una entrada no muy alevosa pero innecesaria.

Ucrania daba la impresión de tener alguna bala guardada en la recámara por si le hacía falta. De salida, decidió que con dejar pasar los minutos le bastaba. Sólo si funcionaba la conexión entre Rebrov, Kalinichenko y Shevchenko se generaba tensión cerca del venerable 'abuelo' Boumnijel. Blokhin, más tranquilo que de costumbre, sólo parecía obsesionado por que Shelayev no perdiese balones absurdos en el centro del campo.

El panorama apenas mejoró en la segunda mitad, pero sí hubo algo más de chicha. Túnez lo intentó, pero sin fútbol, con uno menos y un árbitro 'enemigo'. Sólo tuvo esa falta que lanzó Ayari y golpeó en el brazo levantado de Voronin. Pero pudo ser suficiente, porque fue un penalti de libro escamoteado y el marcador aún señalaba el 0-0 inicial. Poco después, acción embarullada, caída de 'Sheva' entre dos contrincantes y todo visto para sentencia. Pese a llevarse cuatro de España, Ucrania cumple el objetivo en su estreno entre los grandes. 1 0