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El plan de fortificaciones, una apuesta por devolver este patrimonio a la ciudad
El avance del PGOU, que divide la ciudad en 12 zonas, dedica un capítulo a los baluartes pero no añade más datos Expertos advierten de que hay que actuar con cuidado
Actualizado: GuardarSon la seña de identidad del Cádiz antiguo vistas desde el mar. La huella del miedo que durante siglos padeció la ciudad a otro asalto inglés, holandés o incluso americano. Cádiz, abierta al mar, fue siempre, sobre todo a partir del siglo XVII, una ciudad fuertemente amurallada, y los testigos de aquellas construcciones de raíz militar han sobrevivido hasta siglo XXI.
Una de las doce zonas en las que el Ayuntamiento ha dividido la ciudad para presentar el avance del nuevo Plan General de Ordenación Urbanística agrupa a todo el perímetro de fortificaciones del casco histórico. Nombres conocidos por todos los gaditanos, como los baluartes de San Roque o el castillo de San Sebastián, junto a otros menos difundidos, como los baluartes de Benavides o del Orejón figuran en este plan de fortificaciones que los técnicos municipales han presentado en uno de los paneles de la exposición del Palillero.
Sin embargo, el avance del PGOU no ofrece más detalles sobre qué se pretende hacer en estos baluartes y castillos, unos mejor conservados que otros. Tan sólo algunos vagos apuntes que se recogen en otros paneles, como la necesaria «puesta en valor» de San Lorenzo del Puntal o la creación de un equipamiento que atraiga al turismo en el castillo de San Sebastián, además de la construcción de una pasarela para unir las dos mitades del fuerte de Cortadura, que fue divido para construir la carretera que va hacia San Fernando.
Pero no siempre que se trata de recuperar algo, las buenas intenciones coinciden con las mejores obras. En este sentido, el historiador del arte Juan José López-Cabrales asegura que hay que ser muy cuidadoso a la hora de hacer intervenciones. «Tendríamos que tratar de crear una conciencia colectiva que haga impensables las demoliciones, sustituciones, cambios de uso y demás mercadeos con elementos tan ligados a nuestra identidad como comunidad y ciudad; tan impensables como sería hoy en día mantener la esclavitud», explica el historiador.
Una conciencia que a lo largo de la historia gaditana apenas ha existido y sólo así se explica, por ejemplo, la demolición de las murallas de la ciudad, en el pasado siglo, que para muchos representa una auténtica tragedia.
Una de las características de este conjunto de fortificaciones es, precisamente, los diversos usos que tienen actualmente. Desde el comercio y hostelero -como el Baluarte de los Mártires, que alberga un restaurante- hasta el cultural (la Candelaria, las Murallas de Puerta de Tierra) pasando por usos mucho menos ortodoxos, como los talleres que funcionan en el baluarte de San Roque o en las murallas de San Carlos.
El presidente de la asociación de vecinos de La Viña, por ejemplo, no critica que Los Mártires se haya convertido en un restaurante, sino que éste sea un lugar cerrado que sólo se dedica a bodas y comuniones, en lugar de convertirse en un lugar público que suponga un atractivo adicional para el disfrute de gaditanos y foráneos. Mañana Las Salinas