Los vecinos de Lubet, 3, ayer en el salón de plenos. / ÓSCAR CHAMORRO
CÁDIZ

El informe achaca el desalojo de Lubet al mal estado de las vigas

Los vecinos, que ayer acudieron al Ayuntamiento, se sienten desprotegidos porque «se tiran la pelota de unos a otros»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Desde las nueve de la mañana los vecinos del número 3 de Lubet esperaban pacientemente a que algún concejal del equipo de Gobierno les recibiera para conocer más datos sobre el desalojo que les obligó a abandonar sus viviendas en la tarde noche del jueves.

Finalmente fueron Ignacio Romaní y Juan Antonio Guerrero los que salieron a dar explicaciones y los que les enviaron a las asistentes sociales municipales para buscar solución, sobre todo, a las cuatro personas mayores, una de ellas, en silla de ruedas.

Ayer se conoció oficialmente el informe del técnico municipal, que el jueves determinó el desalojo por el mal estado de algunas vigas «que han perdido sección en sus apoyos». Al mismo tiempo, agrega, «se comprobó que en la galería de patio no se ha actuado». Así, el informe parece eximir de responsabilidad a la empresa que provocó hace poco más de un mes un movimiento de tierras mientras trabajaba en el solar colindante.

Pero para Ana Castaño, lo único cierto y comprobable es que le ha tocado ir a casa de una de sus hijas y que no puede quedarse allí eternamente. Una de las siete familias, incluso, tendrá que volver a pasar la noche en una pensión. Para ellos ha sido «penoso» ver la actitud del dueño de la promotora de las obras vecinas, Miguel Reiné, «que esta mañana ni siquiera nos ha mirado a la cara y nosotros le conocemos desde que era niño».

El Ayuntamiento asegura que el desalojo se decretó «para dar mayores garantías de seguridad» y que a partir de ahora deberán ejecutarse «las reparaciones necesarias bajo la dirección del técnico competente».

Para el concejal de IU, Sebastián Terrada, lo que ha revelado el caso de Lubet, 3, es la «falta de control e incompetencia del equipo de Gobierno». Experiencias anteriores similares, como la de Santiago, 11 y Villalobos han demostrado, según dijo, que hay que aumentar el control cuando se hacen obras en el casco histórico.