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Jugadores de Togo, relajados en un entrenamiento. / AFP
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Una espina colonial

Togo se cita en Colonia con su orgullo y la antigua metrópoli

F. ITURRIBARRIA/COLONIA
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Togo tiene hoy una cita con su orgullo. Colonia es el escenario para sacarse la espina ante la antigua potencia colonial. Buena parte de sus seleccionados juegan en las ligas de la metrópoli que ejerció un mandato sobre el país africano de 1920 a 1960. Ya eliminados de su primera experiencia mundialista, los 'gavilanes' pretenden por lo menos anotar un punto, salvar la honra y borrar la imagen ridícula ofrecida con episodios rocambolescos propios de las páginas más negativamente tópicas del continente negro.

Un cheque certificado por la FIFA ha clausurado un culebrón titulado 'Togo por la pasta'. Al fin los jugadores han cobrado los 75.000 euros prometidos por su Federación. El tesoro, percibido en metálico, zanja la serie de plantes, paros y amenazas de huelgas. Alguno ya ha guardado el dinero a buen recaudo en el interior de la caja de una cámara de vídeo. La suma está lejos de los 155.000 euros por cabeza que pretendían, apenas 2.000 menos que la prima asignada a los brasileños si ganan el Mundial. Por pedir que no quede.

Si la reivindicación es exagerada, lo cierto es que los 'gavilanes' son a menudo presa de aves de rapiña que anidan en los depachos de intermediarios y federativos. Salvo contadas excepciones, pertenecen a modestos clubes europeos a los que han emigrado con la misión de ser el sustento a distancia de sus familias, con frecuencia de todo un clan. Por ejemplo, el carrilero Richard Forson defiende los desconocidos colores del Juana de Arco de Poiré sur Vie, en la Vendée francesa, un club que milita en la Ligue Atlantique, equivalente a la sexta división.

Dimisionario durante tres días en solidaridad con sus hombres, Otto Pfister fue acusado de traición a la nación y de darle a la bebida por el secretario general de la Federación Togolesa, controlada por el hermano del dictador. El seleccionador alemán, de 68 años, ha pedido consejo a la FIFA para querellarse contra su difamador. «No toco una gota de alcohol, ni siquiera cerveza», asegura este fumador empedernido, precursor trotamundos de la globalización del balón.

Mohamed Kader, delantero del Guingamp en la Segunda División gala, tiene el honor de ser el primer y único goleador togolés en un Mundial. «La gente nos telefonea para decirnos: 'podéis perder contra los demás, no contra Francia'. Francia contra un equipo africano es algo especial, va más allá del deporte, tiene un significado político. Vamos a hacer todo para que nos acompañen a casa», dice el autor del gol de Togo a Corea del Sur.