El corazón de Turquía late en Alemania
El Mundial ha logrado que la comunidad turca que vive en el país germano aparque sus resentimientos para apoyar al equipo de Klinsmann
Actualizado:Cuando la selección alemana obtuvo su primera victoria en el Mundial, el pasado 9 de junio en Munich, los habitantes del país germano perdieron la vergüenza que les ha acompañado durante más de 60 años y descubrieron el dulce sabor del patriotismo y la alegría de vivir.
En Munich, las calles se llenaron de automóviles que lucían banderas y un ambiente tropical invadió las enormes áreas publicas donde se reúnen cientos de miles de personas para presenciar los partidos del campeonato. Pero la mayor sorpresa la vivieron los transeuntes que ese día caminaban por la elegante Ku'Damm de la capital. En medio de la algarabía de la fiesta, la gente descubrió con asombro que muchos coches que transitaban por la avenida lucían dos banderas: la alemana y la turca.
En vísperas del partido Alemania-Polonia, los personas que llegaron a la calle Oranienstrasse, conocida como la 'pequeña Estambul', descubrieron con asombro que la casi totalidad de las tiendas turcas también estaban adornadas con el emblema germano. «Mi corazón pertenece a Turquía, pero mis sentimientos están con la selección alemana», dijo Faruk Caknak, mientras atendía s sus clientes habituales en una tienda de ultramarinos en la Oranienstrasse. «Vivo en Berlín desde hace 25 años, Alemania es mi segunda patria y por eso apoyo a los muchachos de Klinsmann», añadió Faruk.
El fútbol, dicen los expertos, hace milagros. El primero de todos fue la extraordinaria metamorfosis que experimentaron los alemanes, que olvidaron su pesimismo existencial y se transformaron en un pueblo alegre y tolerante. Pero nadie podía imaginarse, hace tan solo un par de meses, que la numerosa comunidad turca que habita Berlín y en el resto del país dejaría a un lado sus resentimientos y la desconfianza que han acompañado sus vidas, para solidarizarse con la selección liderada por Ballack y celebrar sus triunfos como si fueran propios.
«Es hermoso ver como el fútbol puede unir a la gente, sin importar la raza ni el color de la piel», dijo Eren Ünsal, portavoz de la Federación Turca de Berlín. «Poco antes del inicio del campeonato, recomendamos a la comunidad turca que festejara, junto a sus amigos y amigas, los éxitos de la selección alemana. Lo que estamos viviendo es una extraordinaria señal de integración», añadió la portavoz durante una entrevista telefónica con EL CORREO.
El entusiasmo que siente la comunidad del antiguo imperio otomano con el equipo de Klinsmann se puede contemplar en los barrios de Kreuzberg y Neukölln, donde las banderas alemanas cuelgan de los balcones de los edificios al lado del emblema de la estrella y la media luna.
El inédito patriotismo germano de la comunidad turca no tiene fronteras. En el café Al Amier, un lugar clásico de encuentro de la comunidad turca-árabe de Berlín en la Mehringdammplatz, las sillas y las tradicionales pipas de agua, están adornadas con los colores rojo, negro y amarillo. «Si Alemania se corona campeón, aquí habrá una gran fiesta multicultural para festejar el triunfo de nuestra selección», prometió Basil el-Kadri, el propietario del local.
'Por fin somos una nación', destacó el periódico BZ de Berlín al constatar la fiebre nacionalista que contagió a la comunidad turca. Pero Zafer Senocak, un conocido escritor turco de Berlín, cree que el torneo más importante del fútbol ha logrado algo más que el despertar de un nuevo patriotismo en el país. «El Mundial ha logrado que la bandera alemana se convierta en un símbolo integrador de los pueblos y que no está dirigido contra nadie. Un símbolo para un país que, gracias al Campeonato del Mundo, es capaz festejar con otras gentes de forma alegre y relajada», sentenció el escritor.