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Editorial

Maragall se despide

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La tibia participación de la ciudadanía catalana en el referéndum del pasado domingo fue suficiente para cumplir el trámite de la ratificación estatutaria pero no para que el principal impulsor del largo y arduo proceso de reforma saliera indemne de la prueba. No ha sido, estrictamente, el resultado de las urnas el que ha determinado el abandono de Maragall pero sí ha puesto el punto final a una etapa convulsa, caracterizada por la tensión y el desgaste políticos, en detrimento de una gestión de la Generalitat manifiestamente mejorable. Las vicisitudes del Estatuto han forzado la ruptura del Gobierno tripartito y la posterior anticipación de las elecciones y renuncia -anunciada ayer-, de Maragall a presentarse a las mismas; decisión con la que el actual president parece preferir abandonar en un momento dulce y no correr el riesgo de enfrentarse a una debacle electoral que arrastrase al PSC. Aunque su convicción de haberse ido «cumpliendo los objetivos propuestos» -expresada públicamente al anunciar su renuncia- sea, cuando menos, matizable. Pasqual Maragall, heredero de una sólida saga intelectual del catalanismo, cierra una biografía destacable que alcanzó su cénit en la alcaldía de Barcelona y con la organización de los magníficos Juegos Olímpicos de 1992, que no sólo fueron un éxito deportivo y mediático sino que sirvieron para acometer una espléndida modernización de Barcelona, que repercutió sobre toda Cataluña y la propia España. Sin embargo, su regreso a la política y, sobre todo, su ascenso al Palau de la Generalitat de la mano del tripartito, se han caracterizado por el giro de su catalanismo tradicional hacia unas posiciones nacionalistas que han terminado desconcertando a buena parte de su clientela; hasta el punto de haber terminado provocando un evidente distanciamiento con el presidente Rodríguez Zapatero, quien pese a haberse alzado con la secretaria general del PSOE en el 2000 gracias al propio Maragall, ha influido con seguridad en la retirada del president. El camino para el número dos del PSC, José Montilla, está así expedito.