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En la hora del adiós

A sus 33 años, el delantero saudí Al Jaber piensa ya en la retirada tras haberse convertido en el único jugador asiático que ha marcado goles en tres Mundiales

IGNACIO TYLKO Aunque las estrictas normas le impiden hacer críticas domésticas, sabe que esa falta de emigrantes a otras ligas es uno de los motivos que explican el estancamiento saudí. «Me gustaría volver a Inglaterra. Me encantaría jugar en la 'Premier', pero no he recibido ninguna oferta. Aprendí mucho de aquel fútbol, aprendí a jugar con el corazón y a ser mucho más fuerte. Me ayudó a ser mejor futbolista», confiesa.<br><br>El técnico brasileño Marcos Paquetá le tenía reservado un papel menor en este Mundial, pero tuvo que recurrir a él ante Túnez. Puso el 1-2./BAD NAUHEIM«No sé si será mi último partido de un Mundial, pero espero hacerlo mucho mejor ante España». A los 33 años y con cuatro certámenes universales a sus espaldas, el ídolo saudí Sami Al Jaber se resiste a dejarlo, pero en su fuero interno asume que el choque de mañana en Kaiserslautern tendrá sabor a despedida para quien está considerado uno de los mejores arietes en la historia del fútbol asiático.
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El delantero del Al Hilal ha disputado nada menos que 162 partidos con la selección absoluta de su país y ha anotado 44 goles. Tras marcarle a Túnez en Múnich, ingresó en el selecto 'club de los 15', entre ellos los españoles Julio Salinas y Fernando Hierro, capaces de ver puerta en tres Copas del Mundo. Sólo les superan los legendarios Pelé y Uwe Seeler, goleadores en cuatro certámenes.

Apodado el 'zorro del desierto' porque es pequeño, liviano, pero tiene una rapidez y destreza de movimientos extraordinarias, Al Jaber soñaba con poder destronar a su compatriota Al Deayea. El eterno guardameta saudí, ahora suplente de Ziad, ha defendido la meta de su país en 181 partidos, récord entre todos los presentes en Alemania.

Para no extinguirse, Al Jaber dice que, al concluir este Mundial, le encantaría regresar a Inglaterra, donde a principios de esta década pasó una temporada en el Wolverhampton. «Disfruté mucho en aquellos ocho meses. Me hubiera gustado quedarme, pero mi club saudí no quiso prescindir de mí», recuerda uno de los contados privilegiados a quien las autoridades árabes permitieron salir con libertad al extranjero.

Influjo inglés

Su remarcable recorrido en Copa del Mundo comenzó con un 'hat trick' en la célebre victoria por 4-3 ante Irán, que permitió a Arabia Saudí ascender por vez primera a la élite en Estados Unidos-94. En el estreno de los árabes en la fase final, Al Jaber transforma un penalti que asegura la victoria contra Marruecos (1-0), antes del triunfo ante Bélgica con un gran gol de Owairan, otro legendario ariete saudí. En octavos de final, Suecia acaba con el milagro asiático.

Arabia Saudí repite en Francia-98. Pierde contra el país organizador y ante Dinamarca, pero Al Jaber anota el empate (2-2) frente a Sudáfrica que maquilla su eliminación. Se convierte en el primer jugador asiático en marcar en dos Mundiales consecutivos. Mantuvo su influencia en el equipo en la clasificación para el Mundial de Japón y Corea. Firmó un gol contra Tailandia en el partido que dio a los saudíes el valioso billete.

Pero el sueño se convirtió en una pesadilla para Al Jaber cuando su selección fue humillada por Alemania (8-0). Lesionado, y después operado de apendicitis en Tokio, se perdió los dos últimos partidos, saldados con nuevos reveses ante Camerún e Irlanda. Había anunciado su retirada internacional tras ese Mundial, pero vuelve en las eliminatorias para Alemania 2006. Y lo hace a lo grande. Sus dos goles en la victoria contra Uzbekistán (3-0) impulsan por cuarta vez a los 'hijos del desierto' a una fase final.