La bandera de David del 'agente' del Mosad
El mundo musulmán hace frente común contra Pantsil, jugador de Ghana y del Hapoel israelí, que celebró los goles contra Chequia enarbolando la estrella de David
Actualizado:No es palestino. Tampoco israelí. Ni siquiera musulmán. Mucho menos judío. No habla árabe. Tampoco hebreo. Pero se ha convertido por méritos propios en el nuevo protagonista del endémico conflicto de Oriente Próximo.
John Pantsil sorprendió al mundo, sobre todo al musulmán, pero también al judío, cuando ni corto ni perezoso se llevó la mano a una de sus medias, tras el primer gol de su selección contra Chequia a los 70 segundos de partido, y sacó una banderola de Israel, azul y blanca, con su estrella de David en el centro.
Se subió a lomos de sus compañeros y robó el protagonismo del autor del gol, Asamoah Gyam, de cuyo nombre casi nadie se acuerda. El de John Pantsil, en cambio, no se olvidará fácilmente. Ni en los países árabes y musulmanes ni tampoco en Israel.
Su gesto, que él ha justificado -atónito por el escándalo que se ha desatado- como un guiño de agradecimiento a las aficiones del Macabbi y del Hapoel de Tel Aviv, los equipos en los que ha jugado y juega en la liga israelí desde hace años, ha provocado una cadena de condenas, insultos, amenazas y protestas que han obligado incluso a la federación de Ghana a pedir disculpas.
Recibimiento
Las acusaciones no tienen desperdicio. Así, la prensa egipcia, por ejemplo, le dedica toda suerte de epítetos, ninguno elogioso: «El ignorante y estúpido Pantsil juega en el Hapoel, muy cerca de los campos de refugiados palestinos, y no se ha preocupado siquiera de saber la verdad de lo que pasa a su lado», escribía el periodista Alaa Sadek en el diario 'Al Ajbar'.
«¿Pero qué haces, hombre?», espetó el comentarista de la cadena de Arabia Saudí ARN, que tiene los derechos del Mundial para los países de Oriente Próximo. Unos y otros se preguntan por qué. «Le han pagado los israelíes», aseguran los egipcios alimentando la teoría de la conspiración; «es un agente del Mosad», sostienen los jordanos, sin más pruebas que su imaginación disparada.
En Tel Aviv, sin embargo, están encantados. El director técnico de su equipo, Aryeh Hershkowitz, le ha prometido un recibimiento por la puerta grande cuando se incorpore a la pretemporada del Hapoel; el presidente de Israel, Moshé Katsav, le reconoce como un «gran embajador de nuestro país», y el ministro de Deportes, Ophir Pinez-Paz, se ha convertido, al igual que miles de hebreos, en el más ferviente y entregado seguidor de Ghana en este Mundial. Y eso que esta tarde jugará contra los mismísimos Estados Unidos, el hermano de sangre y alma del estado de Israel.