ESPAÑA

A cinco metros de los verdugos de su hermano

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«Mucha rabia, mucho odio... mucho rencor». Mari Mar Blanco pasó ayer dos horas sentada a escasos cinco metros de los asesinos de su hermano, y al final le faltaron palabras para describir sus sentimientos. Acababa de revivir, en compañía de su madre Consuelo Garrido, aquel verano de 1997, y había visto por primera vez la cara de Txapote y Amaia. «Si los que ahora están a favor de ese mal llamado proceso de paz hubieran pasado lo que nos ha tocado pasar, romperían con ese proceso», dijo.

Mari Mar Blanco no dejó buscar los ojos de los asesinos, y Txapote le mantuvo la mirada en más de una ocasión. No rompió a llorar, pero se le vio muy emocionada cuando su madre subió al estrado y recordó las horas de angustia sin que nadie se atreviese a decirle que ETA había secuestrado a su hijo. Confirmó que nunca había recibido amenazas de muerte y reconoció estar bajo tratamiento psicológico.