SIN CABEZA. Uno de los reproches a Brasil es la falta de canalización del juego por el rendimiento de Ronaldinho. / REUTERS
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Brasil, en punto muerto

La opinión es unánime: el equipo está a años luz de la tradición de la 'seleçao' por el buen fútbol, que parece haber quedado reducido a un mero eslogan para vender ropa deportiva

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Dos partidos del Mundial han bastado para que salten las alarmas en Brasil. El juego de la selección no ha sido el esperado y ya se han comenzado a proponer soluciones desde las columnas de opinión, uno de los soportes de mayor prestigio en la prensa brasileña, en las que se incluyen las intervenciones de los especialistas en emisoras de radio y televisión.

Quien mantenga una mínima conversación futbolística sobre esas actuaciones con un informador de Brasil se llevará de lección toda una serie de recuerdos sobre los grandes equipos de esa selección y su rendimiento, la falta de profesionalidad del futbolista actual y la disolución paulatina del célebre «cuadrado mágico». También obtendrá ese interlocutor una detallada descripción de los proverbiales errores defensivos de Brasil, que han vuelto a repetirse, aunque no han sufrido el castigo del gol rival.

Ya llamó la atención el prolífico Pelé cuando Brasil se concentró en Weggis: «El 'cuadrado mágico' lo forman Cafú, Roberto Carlos, Lucio y Juan», afirmó para pasmo de los propios interesados y respuesta del capitán, quien indicó que «nuestro grandioso Pelé fue muy infeliz en su declaración».

En líneas generales, O Rei explicó que la selección de 1970 era bastante mejor que la actual y que aquel ataque se comportaba de una forma mucho más organizada que el presente. Pese a que en su momento se cuestionaron sus palabras, lo cierto es que hasta hoy la zaga brasileña ha recibido más elogios que la delantera. En Brasil se criticó a un seleccionador porque su equipo era el menos goleado de un campeonato. Parreira tiene fama de «retranqueiro», es decir, defensivo en extremo. Zagallo, técnico de aquella maravilla que conquistó la Copa en 1970, expuso su presentación en el Mundial de Alemania de 1974: «Debemos partir del presupuesto de que si empatamos los tres partidos a cero, nos clasificamos». Declaración de intenciones.

Con estos antecedentes, nadie en el fútbol brasileño duda de las bondades defensivas en esta Copa del Mundo, pero a la vez se critica ese juego. Por cierto, Zagallo y los suyos empataron los dos primeros partidos a cero y necesitaron ganar por 3 a 0 a Zaire para lograr el pase de ronda de aquella edición. Eran otros tiempos.

Resuelto el problema de la defensa, tan viejo como el fútbol, queda ponerse manos a la obra para solventar el del espectáculo. Todo apunta a que hay futbolistas capaces de ofrecerlo, pero quizás no cuando están juntos.

Ya se empieza a hablar de que el azulgrana Ronaldinho no juega en su posición, sino más retrasado, que Kaká se desgasta ayudando en tareas defensivas, que Ronaldo y Adriano hacen siempre el mismo tipo de desmarque, que los laterales no asumen sus labores ofensivas En fin, que se han encontrado muchos defectos como para confiarse al 'cuadrado mágico' y Parreira tendrá que tomar alguna decisión que no sea la de sustituir a Ronaldo por Robinho, algo que se ha considerado populista en una parte de la prensa.

Los medios de comunicación de todo el mundo recelan del juego de Brasil y los propios brasileños buscan remedios como paso previo a la localización de culpables en su compromiso tradicional con el buen fútbol, algo de lo que ni siquiera se tendría que hablar mirando la alineación.