En proceso de descomposición
Francia paga su conservadurismo y ausencia total de fútbol con un empate que complica su continuidad en el Mundial
Actualizado:Francia pagó con el peligroso empate ante Corea del Sur su conservadurismo, la parsimonia y la pesadez de sus veteranas estrellas. Quiso vivir todo el partido del tesoro que suponía el tempranero gol de Henry, con la suerte como aliada, y se encontró con que Park agudizó su ya larga crisis. Los 'bleus' siguen lentos, planos, agarrotados. Sus mejores jugadores están mayores, un mal que, precisamente, no se arregla con los años. No acaba de calmarse ni de practicar ese juego de fantasía que predica su técnico. Ni de encontrar a Zidane, cada vez más lejos del mágico Zizou aunque siempre se le espera. Tan poco apareció que fue reemplazado por Trezeguet al borde del final. Se fue abatido, con cara de pocos amigos, descompuesto, como su selección.
No sirvió de nada
Esta vez, Francia tenía todo a su favor para mantener sus constantes vitales estables dentro de su preocupante enfermedad. Muy pronto, a los 8 minutos, el delantero del Arsenal le ponía en ventaja frente a la correosa selección que Dick Advocaat heredó de su compatriota Hiddink. Un equipo con opciones de pasar de ronda, con permiso de Suiza y de la propia Francia si es capaz de superar a Togo, pero al que sólo un milagro permitiría repetir la gesta de hace cuatro años, cuando se metió entre los cuatro mejores del universo con la ayuda de todo el país... y de los árbitros.
El ariete del Arsenal se aprovechó de un mal disparo de Wiltord que se convirtió en un pase extraordinario tras golpear en un defensor. El fútbol nuestro de cada día, vaya. En ocho minutos, los galos veían puerta en un Mundial, lo que no habían sido capaces de hacer desde el título conquistado en Saint Denis hace casi ocho años. Sobre el papel, ahuyentaban los fantasmas, superaban en parte la depresión por la humillante eliminación del último certamen y se colocaban con un pie en la fase de octavos de final. Un espejismo. Sin embargo, y pese a que todo se puso enseguida a su favor y que los Guerreros Taeguk son menos fieros de lo que pintaban, el equipo de Raymond Domenech aburrió de nuevo a las ovejas y recibó justo castigo. Es cierto que los franceses manejaron la situación con cierta solvencia en la primera parte ante unos rivales que no paran de correr pero jugar, lo que se dice jugar al fútbol, muy poquito.
Si no sentenciaron en el primer tiempo fue porque ni el árbitro ni los asistentes vieron cómo un cabezazo de Vieira, tras córner lanzado por Zidane, había traspasado la raya de meta cuando apareció la mano de Woon Jae. En el otro área Barthez sólo tuvo que seguir con la mirada una lejana falta de Ho que salió cerca del palo porque muchos amagaron y todos despistaron sin llegar a conectar con el balón.
En la reanudación del encuentro decidió que debía guardar su tesoro y cerró filas en un gesto de cobardía, de miedo. Regaló el balón a los surcoreanos, pensando que son tan buena gente que en este juego de pillos rozan la inocencia. Pasaron los minutos y el partido agonizaba hasta que Park la lió. Y bien liada, por cierto. Premio a la insistencia asiática y condena a la desidia francesa, que puede quedar fuera en la siguiente jornada.