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ROCÍO MUÑOZ PRESENTADORA DE 'LA MANDRÁGORA'

«Mi espejo es Jesús Quintero, que para mí es el mago del silencio»

«Las audiencias nos preocupan, pero no nos condicionan», asegura la actriz

MATEO BALÍN/COLPISA. MADRID
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Hace un año y medio que la actriz Rocío Muñoz cogió los mandos de la nave de La Mandrágora, uno de los programas decanos de la televisión, que comenzó sus emisiones en 1998. Esta madrileña de 34 años, estudiante de Arte Dramático y con experiencia en televisión -ahora tiene un papel en 'El comisario'-, aterrizó en este espacio de referencia para los seguidores de las artes escénicas gracias a una oferta que leyó en la escuela de interpretación donde estudia. «La Mandrágora está hecho a mi medida», reconoce.

-Comenzó con Chicho Ibáñez Serrador, pasó por tres programas musicales, un informativo y ha actuado en dos películas antes de llegar a La Mandrágora. ¿Aún quiere más?

-¿Qué va! ¿Pero si acabo de comenzar! Empecé a trabajar muy jovencita y he tenido la suerte de caer en las garras de grandes maestros que me han enseñado que siempre hay que seguir mejorando.

-¿En qué ha cambiado la nueva Mandrágora?

-Nos centramos exclusivamente en las artes escénicas, sobre todo en el teatro, danza, ópera, circo, títeres o 'performances'. Contamos actualidad, entrevistamos a los protagonistas y mostramos qué hay detras del telón.

-¿Pasó alguna prueba para poder presentar el programa?

-No me hizo falta. Me enteré del trabajo en la escuela de Arte Dramático, donde estudio. Me eligieron por mi formación teatral.

-Qué suerte, ¿no?

-La Mandrágora es el trabajo perfecto: comunicar sobre teatro. Además, tengo tiempo para ampliar mi formación. Grabo cada 15 días.

-¿En quién se fija para presentar?

-Mi espejo es Jesús Quintero. Le llamo el mago del silencio. Me gusta cuando habla y más cuando calla. Tiene un ritmo, un tempo, una forma de dirigirse a la gente desde el corazón que me enamora. Y habla con mucho respeto.

-¿Qué tal lleva la tiranía de las audiencias?

-Por suerte no vivimos por y para las audiencias. Nos preocupan pero no nos condicionan. La Mandrágora se emite en un horario muy limitado para al público, aunque en el fondo es la hora del teatro.

-Una recomendación teatral.

-Hamlet, de Lluís Pascual, y El Diario de Adán y Eva, de Manuel González Gil.

-¿Cómo logra compaginar cine y televisión?

-Todo ha evolucionado de manera tranquila. Mientras estudiaba Derecho me llamaron para trabajar como azafata. Después me pusieron un micro, acabé Derecho y empecé Arte Dramático. Más tarde llegó La Mandrágora y después la televisión. Estoy acostumbrada a convivir con dos trabajos diferentes.

-En El comisario interpreta a una policía con mucha personalidad, ¿Se reconoce?

-Eva Ríos es un personaje fantástico. Una subinspectora con carácter que supera cualquier obstáculo para lograr sus metas.

-¿Qué diferencia hay entre interpretar en televisión y en teatro?

-La tele requiere mucha concentración. Grabas cada ciertos días y no puedes olvidarte del papel que interpretas. El teatro es más instantáneo. Las cosas pasan en el mismo momento y las sufres, las lloras y continúas con el guión. Es un ejercicio más intenso de interpretación.

-Algún consejo para mantener la mente fresca.

-A mí me ha ayudado haber estudiado Derecho. Me decía: «Si fui capaz de memorizar la Ley de Aguas...». En la escuela de teatro te enseñan a relajarte y concentrarte en lo que estás haciendo.