Envidia pura y dura
Actualizado: GuardarCorría la temporada 2003 y en la Fórmula 1 se comían el coco buscando alternativas al poder de Schumacher, que ese mismo año acabaría igualando los cinco títulos de Fangio. La prensa británica señalaba a Button, Raikkonen y Montoya como los llamados a plantarle cara y la victoria de Alonso en Hungría era interpretada por la mayoría de estos plumillas como una mera anécdota de un chaval (21 años) que apuntaba maneras, pero que -por increíble que parezca- al no ser anglosajón no merecía mayor cobertura. El sueño de estas ilustres firmas del automovilismo deportivo, y germen del batacazo que finalmente se ha dado, era encumbrar en lo más alto al modélico y mediático Jenson Button en un intento por repetir la operación Beckham. Viendo con el tiempo que habían apostado a caballo perdedor, alentaron la salida de Williams de Montoya y su fichaje por McLaren, las dos escuderías inglesas más laureadas con permiso de las desaparecidas Tyrrell y Lotus. A falta de un heredero para Nigel Mansell, qué mejor consuelo que ver a Ron Dennis al frente de un dream team con Juan Pablo y Kimi dispuestos a amargarle la existencia al número uno de Ferrari. De hecho, el finlandés ha sido durante estos años el ojito derecho de muchos periodistas que le han concedido galones de campeón, situándole a un nivel superior al del asturiano. Verano de 2006, millones de aficionados disfrutan del dominio incontestable de Alonso; Button es un ídolo con pies de barro; Montoya no se come nada, excepto cuando entra en una hamburguesería; Raikkonen ha pasado de ser hielo a escarcha y Schumacher se jubilará en su país como el más grande aunque para el resto del planeta sea el mayor tramposo que jamás haya visto la F-1. Pero la prensa inglesa insiste y, antes de rendirse a la evidencia, ya tiene guardados en la recamara dos nuevos argumentos: Nico Rosberg y Lewis Hamilton. ¿Cambiarán las cosas con la marcha del español a McLaren?