Primogénito por encargo
El Supremo israelí permite al asesino de Rabin tener un hijo por inseminación artificial
Actualizado: Guardar¿TIENE derecho a procrear un condenado a cadena perpetua encerrado en una prisión de máxima seguridad? Las opiniones de los israelíes están divididas. Sin embargo, el Tribunal Supremo ha decidido que la respuesta es afirmativa. La corte dictaminó el miércoles que Larisa Trimbobler, la esposa de Yigal Amir, el asesino del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995, tiene derecho a someterse a inseminación artificial.
Larisa ha instado al Gobierno a que autorice cuanto antes la operación puesto que su edad comienza a ser apremiante y no quiere dejar pasar esta oportunidad, ya que considera que su misión principal consiste en traer al mundo la descendencia del magnicida. En el dictamen, los tres magistrados del Supremo han llegado a la conclusión de que Yigal, de 36 años, fue autor de un «terrible incidente en el que un israelí corriente asesinó a su líder». Pero inmediatamente añaden que al margen de estas circunstancias, el condenado tiene unos «derechos humanos básicos» que se deben respetar.
Entre las respuestas airadas se encuentra la del director de Centro Yitzhak Rabin, Yosi Laman. «El Supremo tenía que haberse preguntado una cuestión central que ha decidido ignorar, y que es qué mensaje educativo se desprende de su dictamen para las próximas generaciones».
La relación entre el matrimonio Amir comenzó a principios de la década de los noventa, cuando Larisa Trimbobler era profesora de judaísmo en su país de origen, Rusia. Pero sus contactos no fueron más profundos hasta que la mujer, después de emigrar a Israel, comenzó a visitar a Yigal en prisión en compañía de su primer marido. Madre de cuatro hijos, doctora en Filosofía por la Universidad Hebrea de Jerusalén y autora de una novela -'Espejo para un Príncipe'-, Larisa compartía las ideas extremistas de Yigal y en 2003 pidió a su marido el divorcio para casarse con el magnicida. La mujer también abandonó su carrera académica. Ambos mantuvieron una estrecha comunicación a través del teléfono y de cartas, además de las visitas.
Boda en la cárcel
La dirección de Prisiones se opuso a que la pareja contrajera matrimonio en la cárcel, pero la boda se celebró en 2004 aprovechando que en el judaísmo es posible casarse si el marido otorga poderes a un tercero. Un tribunal rabínico validó el matrimonio. La cuestión es si Larisa puede hacer visitas conyugales. La dirección de Prisiones se ha opuesto, pero tras el dictamen del Supremo esta posibilidad está más cerca. El año pasado, la dirección de Prisiones aceptó la petición de tener un hijo. Pero una semana después los guardas interceptaron el semen que el preso pretendía pasar a su esposa en una bolsita. Ahora, el dictamen ha cambiado la situación.