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La bandera del vecino
Los alemanes conviven con siete millones de inmigrantes que reivindican sus raíces con los goles de sus selecciones
Actualizado: GuardarEn una Alemania inflamada de fervor sorprende ver sacar al vecino una bandera portuguesa o italiana: descoloca ver que hay mucho más color en el vecindario del esperado. En el restaurante hispano Mar y Sol de Berlín, el dueño alemán asume que su personal no sólo no vibre con la bandera anfitriona sino que lleve la española al trabajo. En días de Mundial, escolares de todo origen han hecho voto de acudir con la camiseta de su selección: «Te comprenden», dice Teresa, que es futbolera española. «Los alemanes sólo te dicen que, cuando juegue Alemania, les animes también un poco».
Sucede en toda Europa: con más de 20 millones de emigrantes, es estadística que, en uno de cada diez cuartos de estar, se anime a un equipo distinto al local. Alemania ha dado en los últimos años la ciudadanía a casi un millón de residentes de distintas nacionalidades, pero el pasaporte no les ha impulsado automáticamente a vibrar con Ballack. Algunos hacen esfuezos de integración, pero otros ninguno, y exageran sus raíces cada vez más lejanas, con inyecciones de fútbol patrio por satélite.
Pero siguen también el fútbol local, que se transforma en una buena segunda opción. El caso turco es sintomático: no se han clasificado y se han entregado a la selección alemana, como durante el año lo hacen con el Borussia o el Hertha. «Los turcos saben mucho de fútbol alemán y les es muy familiar desde que Derwall entrenó al Galatasaray y Daum al Fenerbahce y al Besiktas», dice el director del Centro de Estudios Turcos de Essen, autor de 'Los turcos alemanes'. Carlos Negreda vibra más que nunca: nació en Angola pero lleva 30 años en Alemania y nunca ha vuelto. Es ciudadano portugués. «Pero por primera vez estamos en un Mundial» y, además, juegan contra Portugal, la antigua metrópoli: «Es una preciosa oportunidad de ganarles», aunque admite que en cuanto eliminen a los angoleños «iré con Portugal; y luego con Brasil». Muchos africanos en Europa viven el Mundial como un triunfo: han clasificado por primera vez a 5 equipos. Los alemanes, muchos de los cuales querrían bailar samba con Brasil, están divididos sobre la suerte de tener 7 millones de inmigrantes (un 8,5% de la población): para un 47% es positivo y un 45% opina que es negativo. Aceptan mucho mejor a los que han tenido éxito profesional, y en eso el fútbol es democrático: nunca un Mundial había tenido tanto jugador con doble nacionalidad: Brasil y Argentina son los mayores exportadores, Francia es hace mucho «una selección de las ex colonias» y entre los internacionales alemanes, Klose y Podolski nacieron en Polonia, Neuville en Suiza y Odonkor es medio ghanés.