Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
Contraportada

Gabriel Gómez El lado flamenco de la hostelería gaditana

A. ZAMBONINO/SAN FERNANDO
Actualizado:

La mirada de Gabriel no puede ocultar la ilusión y el orgullo que le supone afrontar la rutina diaria propia de un restaurante. Si bien es cierto que su caso es muy particular, ya que se encarga de regentar la popular Venta Los Tarantos de San Fernando. El local, propiedad del hostelero, es reconocido por su selecta clientela y tras décadas de esfuerzo se ha convertido en lugar de encuentro para representantes de las más variadas esferas artísticas y culturales. «Creo que a estos salones sólo les queda ser pisados por Su Santidad el Papa», afirma Gabriel para dejar constancia de la intensa vida de su establecimiento.

El interés por la restauración del hostelero se remonta hasta su niñez, cuando admiraba la labor de sus padres al frente de un bar en tierras cántabras. Tristemente, el período de formación hostelera alejó a este gaditano de su querida provincia durante varios años. «En 1966 marché a Madrid para aprender y tuve la suerte de trabajar en varios clubs madrileños de gran categoría», señala el propietario de la venta.

Tras muchos años, la nostalgia se apoderó del corazón de Gabriel y no pudo resistir la llamada de su Cádiz natal. De esta forma, el hostelero adquirió en 1980 Los Tarantos para poner en práctica los conocimientos adquiridos. Desde entonces, la venta ha pasado a ser un sitio de referencia para los mundos del cante y el baile, como atestiguan las fotos colgadas en las paredes de los salones. «A muchos de estos ilustres comensales tengo el honor de poder llamarles amigos», indica el restaurador.

Ilustres comensales

El anecdotario de Gabriel deja patente la sencillez de muchos artistas. De la recientemente desaparecida Rocío Jurado recuerda, con gran sentimiento, una ocasión en la que la solista «utilizó un mantel a modo de mantón para obsequiar a su familia con un amplio recital de canciones».

El propietario de Los Tarantos también guarda con cariño las repetidas visitas de Camarón de La Isla. «Una vez, una televisión francesa vino a rodar un documental de Camarón y al equipo le encandiló tanto el arte del isleño que al rodaje le siguió una fiesta que culminó con los primeros rayos de sol», rememora.

Los relatos del ventero parecen no tener fin y mientras pasea por el local, van saliendo de los rincones nuevas historias. «Aquí bailó Cristina Hoyos para felicitarle el santo al comensal de una mesa cercana», afirma Gabriel mientras señala un salón.

«Las dedicatorias de estas fotos de Rafael Alberti han desaparecido porque el alcohol del rotulador que usó se ha evaporado con el tiempo», continúa el restaurador su visita guiada.

Gabriel se muestra tranquilo por el futuro, ya que sabe que sus hijos harán que el arte no deje la venta.