Turno de preguntas
Actualizado: GuardarHace muy poco, Su Santidad el Papa Benedicto XVI, de visita en los campos de exterminio de Auschwitz, mirando a los cielos vacíos dijo: «¿por qué, Señor, has tolerado esto?». Permitir la atroz matanza de judíos sin mover la mano derecha, que es la que también hizo la Nada, es suponerle a Dios más paciencia que a un santo. ¿Cómo un ser omnipotente no se tomó la menor molestia para evitar la monstruosidad? Ahora, el señor Rajoy, que sólo es Dios para algunos de sus inmediatamente inferiores, incurre también en los predios de la metafísica y se pregunta: «¿En qué mundo vivimos?».
El motivo de su especulación es más banal. Lo ha hecho posible los ataques sufridos estos últimos días en Barcelona, donde le tiraron huevos en buen uso y le prodigaron insultos de variable peso. Un líder de un partido político tiene la obligación de saber en qué mundo vive, ya que lo comparte con partidarios y detractores. Vive en un lugar regido por la injusticia y el azar, poblado por efímeras criaturas que apenas llegadas a él tienen que irse. Un mundo donde la abolición de la pobreza va para largo, ya que los más optimistas confían en que el hambre será reducida a la mitad, con un poco de suerte, allá en el año 2150. Un mundo en el que, como acaba de recordarnos el director general de la FAO, un solo día de gastos militares representa seis veces el presupuesto anual del que dispone Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Está muy bien eso de hacerse preguntas, pero a condición de saber que nadie va a responderlas. Estamos en un sitio muy malo que conviene llevar muy bien, lo mejor posible. Hay risueñas colinas en el llamado valle de lágrimas. Como dice Woody Allen, no sabemos de dónde venimos, ni a dónde vamos, ni qué hay esta noche para cenar.