Aires sin compasión

Es insoportable, como una migraña constante y tan pesado como una mosca cojonera. El levante, ése aire difícil, que diría Almudena Grandes. Se te inscrusta por la sien y no te deja ni un segundo de descanso. En la playa, levante, haces compartir el bocata de tortilla con una ración de fina arena. Por la tarde, si vas al fútbol, tu paseo por el verde césped se confunde con el gesto técnico del efecto que el delantero proyecta en el balón sobre la portería contraria. Menos mal que durante estos calurosos días no llueve, sino te conviertes en el peor enemigo del paragüas.

¿Hay, el levante!, que provoca las imágenes más valiosas en Cortadura o Camposoto, pero se alía con los peores enemigos de los pescadores. Melenas al viento que dejan el alma de los humanos sin compasión. Cuántos detractores tienes y nadie sabe que eres el aire hecho arte. Incomprendido.

Es cierto que cuando llevas varias jornadas, te conviertes en el compañero palizas de viaje. Constante, no tienes momentos de desaliento. El mar se crispa ante tu presencia. Eres el rey galáctico de Cádiz y su provincia. Compartes amantes serviles y odios encarnizados. Poesía eres tú y no aquello que inventa las neuronas de los terrenales seres que te soportan.

Pero tienes que compartir esta alegría. Vete a otros lares y no te escudes en que sino existieras aquí, para el hombre del tiempo dejaría de utilizarse la palabra «Estrecho» como lugar de referencia de las rayitas de la flecha que siempre identifica este trozo de la geografía española en donde nos encontramos. ¿Adiós!