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El número de soldados estadounidenses caídos en Irak alcanza ya los 2.500

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«Ninguna vida vale más que otra», insistía ayer el portavoz de la Casa Blanca Tony Snow, pero horas antes un soldado estadounidense sin identificar ponía el contador de los caídos en la cifra redonda de 2.500. A ese triste balance de vidas perdidas se le suma también, siempre del lado norteamericano, las de 18.490 soldados heridos en Irak, de los que 8.500 no han podido volver a sus puestos.

Era la nota negra en una semana de euforia para la Casa Blanca, que comenzase con el asesinato del líder de Al Qaeda en la antigua Mesopotamia, siguiese con el nombramiento de los ministros de Defensa e Interior en el nuevo Gobierno y culminó con la visita sorpresa de Bush, que llevaba bajo el brazo todo un plan Marshall.

La noticia negra llegó acompañada de una vestida de blanco, la fotografía de Abú Ayyub al-Masri, que se traduce como El padre de Ayyub, alias El Egipcio, al que se considera la misma persona que Al Qaeda ha identificado como su nuevo líder en Irak, con el sobrenombre de Abú Hamza al-Muhajir, El padre de Hamza, alias El Inmigrante.