ALEGRÍA. Ljungberg anotó en el último suspiro el gol del triunfo. / AP
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Ljungberg salva a la marea amarilla

El delantero del Arsenal marcó un gol en el último suspiro y envió a casa a una Paraguay muy reservona

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Ljungberg tuvo la culpa. En la campana se salvó Suecia de tener que jugarse la clasificación a vida o muerte en el tercer partido contra una selección inglesa ya clasificada. Un gol en 180 minutos y los escandinavos ya están en octavos. Cuando los paraguayos echaban sus cálculos y pensaban que con el empate de ayer y la victoria ante Trinidad y Tobago podrían dar el salto de ronda si los de Eriksson les echaban la manita de un empate, llegó el tanto del jugador del Arsenal y la impresionante marea amarilla de más de cincuenta mil almas seguirá paseándose por este Mundial, aunque su equipo no tenga el potencial de Campeonatos precedentes.

Al fin y al cabo, anoche ganó el que más lo buscó. Suecia, cuyos futbolistas habían dejado a un lado las importantes divisiones en el vestuario, jugó como en casa. Bueno, incluso mejor que en casa. Más de cincuenta mil compatriotas le animaron hasta la extenuación. Más de los que caben en el Rasunda stadion de Estocolmo o el Ullevi de Goteborg. Salieron los nórdicos como posesos, conscientes de que sólo les valía la victoria. Arrinconaron a Paraguay y le pudieron hacer un par de goles, pero los sudamericanos tienen tablas como para salvarse de un naufragio y a punto estuvieron de conseguirlo.

Justo fueron a recibir el gol cuando habían decidido salir de su guarida y se habían quitado de encima el apabullante dominio sueco y habían tenido hasta sus oportunidades para marcar. Así es la vida.