Savia nueva

Aunque estoy de acuerdo con la tesis según la cual los mejores fichajes para la próxima temporada son los contratos de los jugadores que ya pertenecen a la nómina del primer equipo, me atrevo a añadir que también será muy rentable cuidar a los técnicos y a los jugadores que componen los conjuntos de los niveles inferiores y, de manera especial, a los integrantes del Cádiz B.

Es cierto que, gracias a la filosofía de los directivos y a la labor del equipo técnico, el cuadro cadista cuenta en la actualidad con un esqueleto sólido, dotado de un conjunto de piezas resistentes que, adecuadamente coordinadas, le proporcionarán solidez y consistencia. Con el armazón que se ha trabado en las dos últimas temporadas se puede garantizar, en la medida de lo posible, un notable nivel de estabilidad, de cohesión y de perdurabilidad.

Pero hemos de tener en cuenta que, para que funcione un colectivo tan complejo como es un equipo profesional de fútbol, se ha de cuidar que se oxigene -económica y deportivamente- mediante la aportación de esa sangre nueva que proporcionan los jugadores provenientes de la cantera, esos chavales que militan en las escalas inferiores y que están identificados con los colores amarillos porque casi desde que nacieron escuchan el himno de su Cádiz. Comprendemos que el objetivo irrenunciable de esta temporada es el ascenso, pero también estamos convencidos de que éste es el momento adecuado para dar la oportunidad a nuevos valores. Insistimos una vez más en que, aunque los técnicos han de estar atentos para que, como ocurrió en el Mundial de España 82, el equipo se enriquezca con alguna de esas alhajas que se exhiben en los escaparates de las competiciones mundiales, no se olviden de la lección que nos ofrece la arquitectura: que la mejor garantía para lograr la culminación de los proyectos es ensanchar los yacimientos de los se extraen la materia prima de las edificaciones. Ésta es la temporada propicia para proporcionar oportunidades a los nuevos valores.