Maya Plisetskaya publica sus memorias
La bailarina recuerda como «un tormento» sus años al frente del Ballet Lírico Español
Actualizado: GuardarAma con pasión España y lo español desde su infancia. Vivió y trabajó aquí y tiene la nacionalidad española, pero recuerda como «un tormento» el tiempo que estuvo al frente del Ballet Lírico Nacional. Así lo recuerda hoy la genial bailarina y coreógrafa Maya Plisétskaya (1925), que a punto de cumplir 81 primaveras y un año después de recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, regresa a España para presentar su autobiografía: Yo, Maya Plisétskaya (Editorial Nerea). Unas memorias agridulces en las que viaja desde su difícil y penosa infancia a los años negros en los que pensaba a diario en suicidarse y de los que resurgió en una madurez gloriosa.
Recorre en más de 400 páginas una intensa vida plagada de azares y dificultades, marcada por la tragedia y coronada por el éxito. Un largo viaje desde su nacimiento en Moscú en 1925 hasta el año 1993, cuando obtiene la nacionalidad española y estas memorias aparecieron en Rusia. Se han publicado después en una decena de idiomas antes de aparecer en español.
Se deshace en elogios hacia España y equipara el premio Príncipe de Asturias al Nobel, pero advierte que pondría «condiciones muy severas» para re-gresar a nuestro país como coreógrafa. Y es que la genial Reina del viento tiene una espinita española clavada en su alma: el nefasto recuerdo de los años que pasó como directora del Ballet Lírico Nacional.
«Fueron tiempos de intriga permanente. Un verdadero tormento» se duele hoy.
Trampas
«No dejaron de ponerme trampas personas de mi entorno más próximo; gentes que, a buen se-guro, deseaban estar en mi lu-gar». «Se pusieron en mi boca cosas que no había dicho ni pensado. Fue una situación difícil a la que contribuyó no conocer el idioma y que mi capacidad organizativa sea mucho menor que mi capacidad como bailarina».
Unas dificultades que no mi-naron el vigor y el optimismo recuperado de esta gran mujer que ha hecho multitud de regates a la vida. Hija de un ingeniero represaliado y fusilado por Stalin, su madre fue también acusada de traicionar al pueblo ruso y condenada a trabajos forzados. Ella misma fue señalada como enemiga del pueblo, pero tuvo que bailar ante Stalin años después y soportar como la autoridades soviéticas le impedían salir del país cuando ya era la mayor estrella del Bolshói.
Fueron los años más duros, oscuros y descorazonadores. Un tiempo sin esperanza sobre en el que la propia bailarina confiesa «que no pasaba un sólo día sin que pensara en suicidarme»
'La Callas de la danza'
Tras largos años de veto, consigue bailar en Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia y se la reconoce como una gran dama del ballet. El diario The New York Times la bautizó como La Callas de la danza y se lanza internacionalmente su carrera.
Vecina de Madrid algunos años, no ha logrado Plisétskaya expresarse en español, pero mantiene viva una «ilusión» por lo español que alimenta desde la niñez. «El primer disco que oí en mi vida fue Carmen. Fue en un rompehielos en el que viajaba con mi padre camino de una remota isla. Tenía 7 años y aún no bailaba. A los 10, me entusiasmó La jota española que bailaba con gran placer en la escuela coreográfica. Más tarde bailé Don Quijote o Fuenteovejuna, ballets clásicos sobre tema español, y mi marido, a quien tanto debo, me escribió Imitación de Albéniz y Carmen suite, páginas que hacían realidad el sueño español que me persiguió desde siempre» explicaba ayer Plisétskaya en la sede de la SGAE y en presencia de su esposo, el pianista Rodión Shchedrín.