Expertos en terremotos se reúnen en La Isla para prevenir sus efectos
El riesgo de sufrir un gran seísmo en Cádiz es mínimo, según los especialistas
Actualizado:Cuando la Tierra se mueve, el mundo tiembla. El miedo a la rotura de una falla, el lugar donde se unen diferentes placas tectónicas, es universal y nada absurdo. Sólo con mirar las decenas de miles de personas que han perecido como consecuencia de un seísmo, es fácil hacerse una idea de lo dañinas que son las tensiones que se producen bajos nuestros pies.
Actualmente, es imposible ni acercarse a predecir el día y la hora de un terremoto, ni tan siquiera su magnitud o su epicentro. Los científicos se tienen que conformar con registrar de la forma más precisa posible los seísmos para dar pistas a las autoridades del grado de protección que necesita cada zona.
La información como arma en la lucha contra lo imprevisible de los terremotos es precisamente el objetivo de las jornadas que han reunido en San Fernando a expertos de doce países de Europa y África. La misión de este encuentro, que comenzó en la mañana de ayer y se prolongará hasta el próximo viernes en el hotel Bahía Sur, es compartir datos sobre la actividad sísmica de los países que se encuentran en la cuenca del Mediterráneo, una de las zonas de mayor complejidad geológica del planeta.
«La sismicidad en esta zona es muy difusa, no existen fallas claramente delimitadas sino que se ramifican, lo que provoca que exista una importante actividad sísmica, aunque generalmente de poca intensidad», explica el jefe del Servicio de Sismología del Observatorio de La Armada, Antonio Pazos.
El mensaje es tranquilizador. La probabilidad de sufrir en las cercanías de Cádiz un gran maremoto que origine una ola gigante al estilo de la que segó la vida a 220.000 personas en Indonesia es mínima. «Los terremotos en esta zona del mundo no suelen superar los cinco puntos de intensidad en la escala de Ritcher, muy lejos de los ocho o nueve puntos de zonas famosas como San Francisco o Japón. Las autoridades ya están advertidas de esto y por eso existe una normativa nacional para evitar posibles daños en caso de seísmo».
Improbable, pero no imposible. Aún se recuerda el terremoto que se cebó con Lisboa a primeras horas de la mañana del 1 de noviembre de 1755. Un temblor que borró prácticamente del mapa a la capital lusa y cuyas consecuencias llegaron hasta la provincia gaditana en forma de ola gigante, más conocida en la actualidad por el término japonés tsunami, que arrasó el Golfo de Cádiz y mató a más de 2.000 personas en toda la provincia. «Desde principios de los ochenta se está buscando con insistencia la forma de predecir los terremotos, pero son fenómenos muy complejos. Nuestro objetivo es recabar toda la información posible mediante la colocación de sensores por todo el Mediterráneo para que nos sirva para futuras investigaciones y determinar con más certeza los riesgos que corremos», concluye Pazos.