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'Papá' Pfister regresa al banquillo de Togo bajo el hechizo de las tres calaveras
El seleccionador había dimitido el pasado viernes por un desacuerdo por las primas de los jugadores Sus futbolistas amenzaron incluso con no jugar
Actualizado: GuardarToghui Assiogho Gragblondjro III, el tercer hechicero de una estirpe familiar, llenó su boca con un brebaje y roció más de cuarenta calaveras colocadas delante de él mientras con una mano batía una varita mágica con la que tocaba huesos humanos, flores e imágenes religiosas iluminadas con velas. El vudú del hechicero de Togo surtió efecto. Su selección recuperó, horas después, a su entrenador, el alemán Otto Papá Pfister , que había dimitido el viernes por el desacuerdo respecto a las primas de los jugadores.
Los dos, el técnico y el hechicero, reaparecían en el momento clave. Togo se enfrenta a Corea del Sur, cuarta en su Mundial 2004, con un pasaporte de víctima que Papá y sus hijos intentarán revolucionar en el partido del hechizo ancestral, bajo el techo cubierto del estadio de Francfort. Se ven las caras dos conjuntos, dos países, de profundas raigambres religiosas, místicas, y Gragblondjro III, de momento, ya ha ganado la partida.
El regreso del veterano mercenario, de 68 años, es un voto de confianza para sus muchachos. Ha dirigido a siete selecciones africanas, hizo campeón del continente al Zamalek egipcio y es una institución en el mundo negro. Su retorno debe acabar con una crisis interna que provocó graves disensiones en el seno de su plantilla.
Los jugadores incluso habían amenazado con hacer huelga y hasta ni participar en el Mundial. Tras la partida de Pfister, la federación togolesa había nombrado el sábado para reemplazarlo en el puesto a su ex ayudante de campo, Kodjovi Mawuena. Al mismo tiempo, la federación había iniciado negociaciones con el entrenador germano Winfried Schäfer, vencedor de la Copa de Africa de Naciones con Camerún, quien había impuesto sus condiciones para aceptar el banquillo togolés.
Más tranquila ha sido la preparación de Corea del Sur, donde el seleccionador, Dick Advocaat, tratará de emular a su compatriota Guus Hiddink que hace cuatro años llevó a las semifinales a los asiáticos, que nunca habían ganado un partido en un Mundial.
El seleccionador ha emprendido una tranquila revolución en el grupo, con la que espera volver a ser la revelación. Al igual que hizo Guus Hiddink, se basará en la solidez de un sistema y sobre el fútbol total para sorprender a sus adversarios. Por el momento sus objetivos son más modestos que en 2002 y se conforman con superar la primera fase.
Advocaat, que en los últimos días se había mostrado muy seguro de la fortaleza física de sus hombres rectificó ayer al declarar que le preocupaba mucho el calor previsto en Fráncfort mañana por la tarde, cuando el termómetro podría alcanzar los 36 grados. Al técnico holandés no le disgustará el anuncio de la FIFA de que el techo del estadio se cubrirá.