La falta de picardía y oficio condena a Japón al final
Australia remontó en diez minutos con dos goles de Cahill y otro de Aloisi, que salieron de recambio
Actualizado: Guardar¿Verlo para creerlo! Ni siquiera el hechicero Hiddink pudo imaginarse que Australia saldría victoriosa de su exótico duelo ante Japón cuando, a seis minutos del final, perdía 1-0. Pero emergió la figura de Tim Cahill, que no se entiende cómo no fue titular, revolucionó el duelo y volteó la situación. El del Everton estuvo genial con sus goles -el primero de pillo y el segundo con un magnífico disparo desde fuera del área que entró tras golpear en el poste- y Aloisi dio la puntilla a los nipones.
Por más que Zico se empeñe en imponerles algo más de picardía, no hay manera de que aprendan el feo pero necesario oficio de perder tiempo o cortar el ritmo al rival. Como diría Luis Aragonés, la calidad técnica no basta si no sabes competir en este viejo deporte repleto de trucos. En su segundo Mundial después de 32 años, los 'socceroos' firmaron su primer triunfo. Y lo hicieron, curiosamente, cuando ya pensaban que seguirían sin ver puerta en una Copa del Mundo. Con el 'sabio Guus' ha cambiado su suerte. Hasta la polémica decisión de sacar a la escena a Cahill en la segunda parte le salió bien al holandés. Australia se veía incapaz de vencer la resistencia de Japón. Lo intentaba de todas las formas, pero siempre encontraba una mano de Kawaguchi. Pero tanto se envalentonó el portero del Jubilo Iwata que salió de forma precipitada y alocada en un saque de banda y provocó un barullo del que extrajo petróleo Cahill. Con los de Hiddink crecidos y los japoneses asustados, el propio Cahill se erigió en héroe al agarrar esa certera y potente rosca desde la media luna del área. Kaiserslautern estalló de gozo 'socceroo' y el ariete del Alavés Aloisi, viejo conocido de la Liga española, mostró su garra para ponerle la guinda al partido.
Además de Cahill y de Kawaguchi, este extraño duelo en el que al final se hizo justicia tuvo otro gran protagonista, uno de negro que emborronó el partido. El egipcio Abd Elk Fatah estuvo de pena. Primero se tragó una falta de libro en el área pequeña de Takahara, el delantero del Hamburgo, sobre Schwarzer, el mal portero del Middlesbrough y de la selección 'aussie', que permitió a Nakamura anotar el gol más tonto, hasta ahora, del Mundial.
Un centro de rosca sin aparente peligro del volante del Celtic y el balón que se cuela para desesperación de Schwarzer... y de Hiddink, que saltó indignado en el banquillo. El compatriota de Al Ghandour, quien arruinó cualquier esperanza de la España de Camacho en Corea del Sur, compensó al tragarse un penalti de Cahill a Komuna con todavÌa 1-1 en el luminoso. La polémica llega al Mundial. La mentalidad de Japón no cambia, la flor de Hiddink no se marchita. 3 1