Apuntes de rara calidad del diestro palentino Carlos Doyague
Depués de treinta días seguidos de festejos de abono o feria, una novillada por libre en las Ventas con tres toreros en vísperas de alternativa
Actualizado: GuardarNi Picazo ni Doyague ni Posaba encontraron hueco en el cupo del abono de San Isidro, pero vinieron a torear a Madrid en la primera fecha posible. La feria del septuagésimo quinto aniversario de la inauguración de las Ventas, de cinco festejos, terminó el pasado sábado. Con un caballo de rejones muerto en combate. Desde el ya lejano 10 de mayo estuvo habiendo toros en Madrid todas las tardes con la sola excepción del 5 de junio. Esta novillada fuera de abono y feria parecía otra cosa: por los toros , por el ambiente, por la gente.
Bondadosa la novillada de los Collado Ruiz. Un hierro de la Asociación y no de la Unión. Ganadería con procedencias Núñez y Salvador Domecq, y probablemente alguna otra más no señalada. Clase tuvo el quinto, pero más estilo que potencia. Fue, por cierto, novillo toreado con exquisito temple por un torero de Palencia que no ha toreado mucho pero que sabe torear. Notables el encaje, el ajuste, el concepto, el gusto, la suavidad, el dibujo y el manejo de ese toro por la mano izquierda. De hermosas hechuras, vareado y estrecho, remangadito de pitones, zancudo y fino de cabos, el novillo, apenas picado, se había ido al suelo dos veces antes de que Doyague lo tuviera tan bellamente en pie y en las manos. Se protestó el toro y fue como si no contara el trato y trasteo tan exquisito que le dio el torero. O contara la cuarta parte de lo que valió.
Distinguido, cadencioso, en clásico puro. Una bien armada faena. De notable naturalidad, sencilla, sentida. Con el primero de sus dos novillos, que se pegó dos costaladas pero resistió, también firmó Doyague cosas muy distinguidas. Temple en el toreo por alto, que fue recurso para abrir faena. Calma, compás y ligazón en dos tandas con la derecha. Poder de persuasión para empujar al toro con la mano izquierda en dos tandas últimas escuetas pero muy bien dichas. Con el capote siempre quiso torear Doyague con los vuelos, y lo hizo, pero con irregular asiento. Y con la espada no lo vio ni se atrevió. Siete pinchazos para tumbar al segundo, y se fue con tanto fallo algún premio, y una estocada rapidilla precedida de pinchazo y refrendada con el verduguillo para dejar al quinto en manos del tiro de arrastre. Una duda, que es gramatical y no taurina: ¿Doyague sin diéresis o Doyagüe con? La alternativa, apalabrada para septiembre en Palencia. Hay que seguir la pista al torero. Si aprende a matar.
Seguro y fácil
Picazo va a tomar la alternativa en San Sebastián de los Reyes en agosto. Ambel Posada, en Pamplona y en sanfermines dentro de un mes. Se despidieron los dos. Picazo torea casi igual que El Cid. No porque lo imite, sino porque El Cid y Picazo han tenido el mismo maestro: El Gallo de Morón. Lo que El Gallo le enseñó a El Cid hace diez años es lo mismo que le ha enseñado a Picazo en los últimos dos. Los toques, el pico de la muleta, los enganches, las posturas y puestas, las salidas y entradas, las soluciones. Sólo que Picazo no es zurdo. Sustancial diferencia. Físicamente es otro: no espigado, más ancho de pecho y caderas, más cortos el cuello y los brazos. Pero el concepto del toreo es tan semejante que hasta valdría la pena pasarlos al calco. Muy seguro, fácil y puesto anduvo Picazo con sus dos toros , como si llevara toreadas muchas ferias, y muchos pueblos. Listo para dar el salto.
¿Y Posada? Posada, que es torero de dinastía, tiene golpes de gran corte, pero está por definirse de verdad. Lo hará por él el toro dentro de un mes. Rapidito y despegado, destemplado con el tercer novillo, en faena de más a menos que terminó con muletazos aprovechones y unas manoletinas indigestas. Entregado, acelerado, sin ponerse del todo ni nunca con un sexto que pesó al embestir más que los otros y remató a veces con la cara arriba. Un sobrero de Navalrosal: el ideal para tomar la temperatura a un torero en vísperas de alternativa. Poca fiebre.