Científicos de la UCA avanzan en la diagnosis y tolerancia inmunitaria del cáncer de cervix
Los microbiólogos del Hospital de Puerto Real valoran positivamente la aparición de una nueva vacuna, aunque no previene todos los tumores uterinos
Actualizado:Las autoridades sanitarias estadounidenses aprobaron la semana pasada la comercialización de la primera vacuna que protege contra el cáncer de cuello de útero. Una patología, también conocida como cáncer de cervix, causada por la infección del virus del papiloma humano o VPH, el mismo que provoca las verrugas comunes. La vacuna está destinada a mujeres de entre 9 y 26 años y protege contra cuatro tipos de VPH, todos de transmisión sexual y dos de los cuales son responsables de buena parte de los tumores en el cuello uterino.
Esta vacuna, comercializada con el nombre de Gardasil por la empresa farmacéutica Merck, podría ayudar a reducir en más de dos tercios el número de muertes ocasionados por este cáncer, el segundo más frecuente entre las mujeres después del de mama. Sólo en EE UU, alrededor de 20 millones de personas están infectadas y unas 3.700 mueren anualmente. Según datos de Merck, el 80% de las mujeres habrán sufrido VPH antes de cumplir los 50 años, lo que le convierte en el virus de transmisión sexual más frecuente.
La aplicación de Gardasil ya ha sido aprobada, además de en EE UU, en México, mientras que la UE está todavía estudiando el medicamento, del que apenas se han descrito efectos secundarios.
Estadísticas
«La infección por VPH es extremadamente frecuente. Al menos un 70% de las mujeres la sufren o sufrirán en algún momento de su vida -de hecho, muchas lo tienen sin saberlo-. Sólo en algunas personas, y se desconocen los mecanismos, acaba provocando una infección persistente que puede derivar en un cáncer», explica Manuel Rodríguez Iglesias, Jefe de Microbiología del Hospital Universitario de Puerto y profesor de la Facultad de Medicina de Cádiz. El equipo del investigador de la UCA trabaja en la Unidad de Investigación en las vertientes diagnóstica e inmunológica de la infección por VPH, en colaboración con el grupo del también profesor de la Facultad de Medicina, en este caso de Inmunología, Francisco García Cozar.
Los investigadores gaditanos han encontrado una utilidad positiva en la actividad del VPH. «El virus del papiloma humano parece confundir al sistema inmunológico, haciéndose ver como algo propio para no ser atacado por éste. Si pudiéramos averiguar cómo lo hace, sería muy útil para saber como se desarrollan las infección víricas persistentes», argumenta Rodríguez Iglesias.
Sobre la revolución que puede suponer la aplicación de la nueva vacuna en la prevención del cáncer de cervix, el profesor titular de la UCA reconoce que «los resultados previos son excelentes», pero matiza: «aunque es conveniente administrarla al inicio de la pubertad. Puesto que su objetivo es crear anticuerpos, la vacuna debe actuar antes de que se produzca la infección, ya que después su persistencia no se vería afectada por los anticuerpos y sería poco útil. Por otro lado, probablemente no sea eficaz frente a todos las genotipos del virus».
Existen más de 100 genotipos de VPH, de los que son más de 30 los que pueden infectar el tracto genital. La nueva vacuna prepararía al sistema inmunológico para combatir la cepa que tiene más incidencia en los países desarrollados, «pero existen otros genotipos bastante agresivos que se dan en regiones tropicales y del tercer mundo para las que no serviría, además el precio de esta vacuna es muy alto y sería imprescindible la financiación externa», comenta.
El equipo del doctor Rodríguez Iglesias trabaja actualmente en el estudio de los distintos genotipos de VPH y tiene un proyecto de colaboración con el Instituto Nacional de Oncología de La Habana (Cuba). «Estamos estudiando, dentro de un proyecto de la Agencia de Cooperación Iberoamericana (AECI), sus genotipos prevalentes y ayudándoles a diseñar un sistema de genotipado menos costoso. Allí las infecciones en chicas jóvenes evolucionan fácilmente al cáncer».
Estudios citológicos
La prevención, centrada en un diagnóstico temprano es, a juicio de este microbiólogo, la principal arma. «En los estudios citológicos periódicos que deben realizarse todas las mujeres es posible detectar alteraciones celulares compatibles con infección por VPH como un estadio previo al desarrollo del cáncer. Es frecuente encontrar VPH, pero este hallazgo no tiene trascendencia si no persiste la infección. La citología convencional aun no siendo una técnica específica ha permitido reducir la incidencia de cáncer en los países desarrollados. El problema persiste en los países no desarrollados».
Su equipo de investigación aplica técnicas moleculares, más sensible y específica que la simple citología, puesto que detecta el ADN del virus y permite cuantificar el grado de infección, así como ver «si el genoma del virus está integrado en el cromosoma de la célula infectada, que sería un paso crítico en la transformación maligna de la célula».
El papilomavirus, que pasa de persona a persona por vía sexual -hombres y mujeres lo transmiten, pero sólo en las segundas causa enfermedad- puede tardar una media de siete años en provocar un cáncer. Es de lenta evolución pero mortal si no se diagnostica a tiempo. De manera que, en este caso, el factor tiempo juega menos en contra que en otros tumores, siempre que se hagan las correspondientes revisiones ginecológicas recomendadas. «Al ser tan frecuente el VPH, si lo detectamos en una persona de más de 30 años lo más probable es que lo adquiriera hace años y por lo tanto las posibilidades de transformación serían mayores, pero si se trata de mujeres mas jóvenes llevará menos tiempo de evolución y quizá acabe curando la infección. De ahí que los casos más graves suelen darse a partir de los 35 años».
Gracias a los cada vez más modernos sistemas de diagnóstico, si finalmente acaba implantándose en todo el mundo la aplicación de la nueva vacuna y se crean otras para los distintos tipos de cepas de VPH más peligrosas, el cerco contra el cáncer de cervix se acabará cerrando. Eso sí, conviene aclarar que el hecho de que estos tumores estén directamente relacionados con la acción de un virus, es lo que hace que una simple vacuna pueda ayudar a su prevención. Algo que no sucede con otros tipos de cáncer, cuyo origen no es vírico.