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Editorial

Cataluña, recta final

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La campaña previa al referéndum de ratificación del Estatuto de Autonomía de Cataluña que se celebrará el próximo domingo está abordando su recta final en un clima donde se anteponen los debates partidistas sobre los relativos al contenido real de la nueva Carta Autonómica. En medio de una fuerte polarización socio-política reflejada en los slogans del PSC, dirigentes del Partido Popular y de la plataforma Ciutadans de Cataluña han sufrido intolerables insultos y acosos de algunos exaltados que toman al pie de la letra los desafortunados mensajes que identifican al centro derecha no nacionalista con actitudes anti-catalanas. La pasividad de determinadas fuerzas políticas ante esas agresiones merece un serio reproche en tanto en cuanto genera un ambiente de permisibilidad para que los radicales y energúmenos se sientan autorizados a rebatir con insultos y exabruptos los argumentos contrarios a este Estatut tan legítimos como los favorables. La sucesión de Pascual Maragall en la cabeza de lista del PSC para las próximas y el insólito debate sobre si alguien no nacido en Cataluña está o no en posesión de todos los derechos civiles incluido el de ser elector y elegible, también han emborronado una campaña que en su recta final está lanzando a la opinión pública catalana a un escenario de confusión poco adecuado para decidir con libertad y conocimiento el día 18. Porque algunos estrategas parecen haber apostado por la estrategia de la tensión, la polarización y la confusión para galvanizar a una sociedad catalana que durante la elaboración del Estatut se ha mantenido bastante indiferente al proceso en contraste con la apuesta unívoca y casi exclusiva del Gobierno tripartito. El listón de apoyo y participación al nuevo Estatut no está excesivamente alto -el de Sau que se celebró a finales de octubre de 1979 contó con el apoyo del 88% y una participación del 59,7%-, pero son muchos los que temen que esas cifras resulten ahora inalcanzables. Es chocante constatar en una reciente encuesta del CIS la paradoja de que, aunque el texto estatutario es prácticamente desconocido por la sociedad -el 63,4% de los encuestados reconoce tener un grado de conocimiento bajo o muy bajo-, una mayoría muy relevante de ciudadanos -el 58,6%-, piensa que la entrada en vigor del nuevo Estatuto representará un avance importante para Cataluña. La misma prospección indica que el 43,7% de los ciudadanos piensa que la vida seguirá igual.