ACROBÁTICO. Noel intenta un espectacular remate a la portería defendida por el meta Fernández. / JAVIER RÍOS
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El Racing mete un pie en Segunda B al vencer, con sufrimiento, al Arenas

En el minuto 78, Puig malogró un penalti y enseguida empató el Arenas Una genialidad de Noel, a falta de dos minutos, hace estallar de júbilo el Cuvillo

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Mitad de la escalera subida. Queda, no obstante, la segunda parte. Esa que le medirá a los toledanos y que, por el bien de las consultas de cardiología de la zona, sería de desear que no tenga tanto sufrimiento como el de ayer tarde. La visita del Arenas de Armilla se recordará en El Puerto como «aquel día que pasamos de la alegría a la desesperación, y de la zozobra al júbilo en un suspiro». Partido relativamente tranquilo, pero que en su último cuarto de hora se disparató. Se tuvo la victoria en las manos con un penalti a favor. Su fallo situó a los rojillos entre las cuerdas. A cinco minutos del final un golpe de viento trajo un gol rival, y se vislumbraba en el horizonte una más que

problemática prórroga, con un Portuense muy mermado físicamente. En el último instante, una genialidad trajo el gol de la victoria y la explosión literal de El Cuvillo, pues más de 6.000 seguidores celebraron conseguir la primera cumbre.

Por orden temporal, los de Burgueña venían con un muy buen resultado del encuentro de ida. Y la cosa se puso aún mejor. Inusualmente tuvo una salida neta y descaradamente ofensiva. Eligió jugar el primer tiempo a favor de viento de levante. Ello propició que en los primeros quince minutos no existiera más equipo que el Racing en el campo. Al filo del primer cuarto de hora, Ocaña -el mejor del partido, pero de largo- pelea por una pelota en una esquina y saca petróleo de dónde no hay. Logra saque de esquina a favor, lo lanza y entre el viento de levante y un desacostumbrado Fernández (a esta inclemencia meteorológica) propician que el tímido remate de Sanlúcar entre a gol. Algarabía y eliminatoria encarrilada, aunque en el fondo un gol de los de Armilla abocaba a tiempo extra.

Pero durante hora el encuentro se quedo en stand-by. No se podía dormir con la intensidad y la emoción de lo que estaba en juego, pero la cosa cambió. El Racing aflojó su presión inicial. ¿Causas? Por un lado la racha de lesiones consecutivas: Toboso, Sanlúcar y Vidal obligaron a reemplazos no previstos por Burgueña. Por otro, el Arenas tenía que poner toda la carne en el asador, y se fue algo más arriba. Y para rematar, el estilo del técnico racinguista, hizo el resto. El equipo se repliega y se decide a controlar el partido.

A falta de un cuarto de hora, todo se precipita. Ocaña roba un balón en campo granadino y se va con Noel por el centro. El delantero ingresa en el área y cae. ¿Penalti? Discutible, pero podría ser perfectamente. Lo importante es que López Acera lo cobró como pena máxima. La resolución de la eliminatoria esta en esos once metros y a esos doce minutos del final. Otro gaditano, Puig, se encaminó al balón pues Sanlúcar ya estaba en el banquillo. Con excesiva suficiencia patea el penal a su derecha y Fernández lo rechaza. Zozobra generalizada, porque a la decepción propia se sumaba el subidón que la acción le proporcionaba al Arenas.

Tocaba sufrir. Apretar los dientes y aguantar el tirón ante un equipo mejor físicamente, aunque escasito de ideas ofensivas. Ocho minutos después un mazazo. Francis, muy escorado a la derecha, y tan de lejos que parecía que estaba en el portal de su casa, lanza una volea muy alta. El viento y la colocación de Vega contribuyen para que el balón entre en la meta.

Todavía se rumiaba el guantazo recibido en la grada. Faltaban dos en el crono. Masegosa toca para Noel en el lado derecho y el gaditano le coge la espalda a la defensa rival. Se planta en el área y, en lugar de pegarle, aguanta y recorta a su par. En la grada la cafinitrina se repartía, mientras, en botijos y a granel. Entre el portero y otro defensor coloca con sutileza el balón. Es el segundo. Es el gol de la victoria. Es medio billete para Segunda B. Es... la explosión rojilla de la grada, la invasión de campo y el alborozo de una afición que sufrió lo suyo ayer. Los minutos restantes, un trámite. Ahora lo que no va a ser un trámite es el Toledo. Queda subir la otra mitad de escalera.