las vidas de 'cats'
Actualizado:Cantaba el genial Antonio Flores que «siete vidas tiene un gato, seis vidas ya he quemado, y esta última la quiero vivir a tu lado...» Esto se me venía a la cabeza la noche del sábado cuando empezaron a sonar las primeras notas del musical Cats en un atestado Teatro Villamarta, en el que curiosamente había muchísimos niños y adolescentes.
Pues sí, como ya todos saben iba la cosa de gatos y del mito de las siete (ese número mágico) vidas de los misteriosos felinos. Pero los gatos de Cats, o mejor dicho, los gatos de Jellicle no sólo tienen site vidas sino que el gran Deuteronomio, el más viejo del grupo, tiene que elegir al gato que va a renacer a una nueva vida: el felino eterno.
La obra está dividida en dos actos y numerosas escenas. Al contrario de lo que ocurre en otros espectáculos similares, en los que hay diálogos y números musicales, en Cats no hubo diálogos en ningún momento sino que todo se transmitía a través de la música y, sobre todo, a través del baile, porque hay que ver la vitalidad de los actores de Sanlúcar sobre el escenario del Teatro Villamarta.
Actores jóvenes
Una de las notas más particulares de este musical era el gran despliegue de personal. Eran alrededor de treinta los actores que se movían de un lado a otro del escenario, se arrastraban, gateaban y maullaban. El vestuario lució en todo su esplendor, cada uno de los trajes era distinto y al maquillaje no le faltó un detalle.
Pero para que la indumentaria reluzca tiene que acompañarse del buen hacer de una treintena de actores jóvenes, entre los catorce y los treinta años, que derrocharon vitalidad y gracia desde el primer minuto hasta el último del espectáculo. Recordemos que la compañía que puso en escena esta clásica obra de Andrew Lloyd Webber, el grupo Ilusión.com, nació en la vecina localidad de Sanlúcar de Barrameda hace apenas seis años y que trabaja con la intención de ayudar a niños y jóvenes a formarlos en valores como el compañerismo o la amistad.
Para ser un grupo joven y de reciente creación, la obra no adoleció en ningún momento de entusiasmo y entrega. Las coreografías llenaban por completo el escenario y los actores sabían desenvolverse con soltura. La coordinación de las coreografías lleva aparejada, estoy segura, muchas horas de trabajo y el espectador lo nota. Le faltaba, claro, que la música fuera en directo, pero ya tendrán ocasión, si siguen trabajando con esa valentía y voluntad, de volver al coliseo jerezano con mejores condiciones.
No hay que olvidar que la actuación del sábado en el Teatro Villamarta tenía una intención muy clara, además de agradar y divertir al público, que lo hizo, y es la de recaudar fondos para Proyecto Hombre y Casa Alborada, dos organizaciones que se dedican a luchar contra la drogadicción. Doble motivo de alegría al comprobar que Jerez, y seguro que los paisanos de Sanlúcar también, respondieron a la llamada solidaria y emplearon la noche del sábado a aprender y a compartir con los demás.
Aunque no es una obra escrita para niños, eran muchos los que estaban en las butacas del Villamarta y por qué no, puede ser una obra adecuada para que los más jóvenes se adentren en esto del teatro o, al menos, del género del musical, tan en boga en los últimos años, aunque no lleguen a Jerez todas las producciones que quisiéramos.