Conjunción de fe y diversión

Chipiona se despertaba ayer con las primeras luces del alba. Los romeros de la localidad vivían su día grande y la expectación era palpable. A primera hora de la mañana, Nuestra Señora la Virgen de Regla del Pinar abandonaba el Santuario para peregrinar por las calles chipioneras hasta llegar a su ermita en el campo acompañada por una multitud de fieles que la seguían en carrozas y caballos en una auténtica sinfonía de volantes, botos y lunares.

La romería del Pinar es todo un acontecimiento social en la localidad. Más de 5.000 romeros se convirtieron ayer en la particular cohorte de esta popular imagen que se paseó elegantemente por Chipiona entre cánticos y rezos.

Pasadas las doce del mediodía, la comitiva salió de la ciudad en dirección al Pino de las Veredas y al Pinar de la Villa. Allí numerosos fieles esperaban a la Virgen degustando algún plato típico de la localidad en las casetas especialmente dispuestas para ello. Otros preferían acomodarse dentro de unas improvisadas tiendas de campaña abarrotadas de víveres de todo tipo.

Y es que, al margen del fervor religioso, la romería del Pinar es una jornada de convivencia y diversión. Familias al completo y grupos de amigos disfrutan al máximo de un día de campo que no termina hasta altas horas de la madrugada.

Tras la llegada de la Virgen de Regla del Pinar a su sencilla ermita, el padre Pedro Pino Cámara ofició una emotiva misa acompañado por los cánticos del tradicional coro Nazaret.

Unos instantes de recogimiento y devoción que fueron respetados por los chipioneros que, finalizado el acto, retomaron sus bailes por sevillanas, las palmas por bulerías y sus copiosos almuerzos a la sombra de los pinos mientras los miembros de la Hermandad de la Virgen de Regla del Pinar entregaban los premios a las carrozas mejor ataviadas al más puro estilo andaluz.

La romería de la Virgen de Regla del Pinar no había hecho más que empezar. Aún quedaba todo un intenso día por delante para disfrutar hasta que el cuerpo aguante.