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PAN Y CIRCO

Lágrimas de cocodrilo

NURIA GACIÑO<br><br>deportes@lavozdigital.es/
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Tan sólo se lleva disputada una jornada de Mundial, y ya han arreciado las primeras críticas en torno a la figura de Ronaldo. Menos mal que forma parte de la selección favorita para ganar el campeonato, que está catalogado como uno de los mejores futbolistas del mundo y que sus compañeros de equipo sacan la cara por él. Menos mal que este ambiente le protege y le permite ciertos excesos. Menos mal que la prensa española se ha portado muy mal durante toda la temporada, algo que sin duda le hará más fuerte para soportar lo que sus compatriotas rajan ahora. Los periodistas brasileños se han dado cuenta, ahora, de que padece de cierto sobrepeso. Se han echado a temblar nada más saber de sus ampollas y han destacado en portada sus salidas nocturnas. Y claro, el astro brasileño se ha quedado de piedra cuando se ha dado cuenta de que los europeos no somos los únicos que vemos la realidad. Se ha permitido el lujo de despotricar contra algunas personas que, a su juicio, no están preparadas para cubrir un espectáculo de tal envergadura. Con tanto tiempo como lleva en el fútbol, todavía no sabe cómo funciona el tema. Me sorprende que pida respeto. Desde luego está en todo su derecho de pedirlo. Pero hay que ganárselo. No se tiene sólo por jugar en el Real Madrid o en la mejor selección del mundo, o por ser uno de los mejores del planeta. Se tiene porque, entre otras cosas, se obtiene predicando con el ejemplo, cosa que Ronaldo desconoce. Quien era un número uno en este tipo de festejos era Romario. ¿Cuál era la diferencia? Que Romario respondía en el terreno de juego y pocas veces se lesionaba. Cuando la pelota entra, todo el mundo te perdona, hasta el hecho de ganar cantidades insultantes de dinero. Sin embargo, cuando has hecho una temporada tan mala, la afición está a la que salta y eso, aunque pueda parecer injusto, lo debería saber Ronaldo. De lo contrario es más tonto de lo que yo creía.