de bodas
Actualizado:LA GLORIETA No les parece que a todo el mundo le ha dado ahora por casarse? Después de atravesar una época en la que muchos jóvenes decidían ir a vivir con su pareja sin que ningún papel o religión avalara la pecaminosa situación, ahora las tornas han cambiado y hasta aquellos que hace unos años aseguraban que jamás pasarían por la vicaría te sorprenden mandándote el riguroso sobre sepia a tu casa. Parece una pandemia; podríamos llamarla matrimonitis aguda.
Me preocupan las justificaciones que dan algunos para embarcarse en esta aventura. He oído de todo: que si lo hago por mi familia; que si a ella o él le hace mucha ilusión; que si es lo que más nos conviene para cuadrar todo el papeleo; que si... ¿Uf, qué ilusión tan grande tienen algunos en eso del matrimonio! Creo que voy a ponerme a buscar ya un sitio para celebrar mi enlace porque no estoy dispuesta a que me encasillen como la rara del grupo.
Lo que pasa es que me pongo a pensar en todas las cosas que hay que organizar y me entran temblores. Pedir fecha y hora en la basílica de... (uy, tiene un nombre tan largo que no me acuerdo) o en el Ayuntamiento; contratar el catering; ir a comprar el vestido, los regalitos, las flores...; encargar las invitaciones, enviarlas; cuidar de que los miembros de la familia que no se soportan no estén muy cerca unos de otros... Ya me he desmayado, por lo menos, siete veces desde que empecé a enumerar las tareas. Me parece que voy a continuar siendo un bicho raro. Lo malo es que entre tanto amigo y familiar casadero van a conseguir que me arruine. ¿Cuándo se va a inventar una fiesta para agasajar a los pobres, escasos y extraños solteros que quedamos?