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ANÁLISIS

Productos de la calle

BERND SCHUSTER/
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Riquelme, Aimar, Saviola, Tevez, ahora Agüero... ¿Por qué Argentina, como Brasil, no para de fabricar jugadores y los vende en muchos casos antes de cumplir los veinte años? Porque aún en esos países se juega en la calle. Allí es donde existe el fútbol puro, sin tácticas, sin resultados. Como mucho se juegan un helado o una coca-cola. En Europa eso ya es historia. En España, en Italia, en Alemania... no hay calle para jugar. Aquí manda el ordenador, juegan al golf, al tenis, al paddle.

En Argentina se sigue jugando donde más se aprende. Seis contra seis. Tres contra tres. Todos juegan de todo, hasta de porteros. Allí es donde se aprende la técnica, la habilidad... No siempre juegan con un balón, en los barrios más pobres les da lo mismo una pelota de papel, de plástico, con una lata, o una chapa. Y nunca tienen sueño, ni se cansan. Y lo mismo en cemento, que en tierra, que en barro. La hierba ya la ven cuando llegan a equipos organizados. Juegan en un día lo que en España se puede trabajar en los equipos de chavales una semana.

Antes, eso también se podía ver en España y en mi país. Alensako, Quini, Cruyff y yo mismo, todos, hemos jugado en la calle y sabemos que es la filosofía del fútbol. Nace y crece la inteligencia del jugador. Sin duda es algo que va unido a la sociedad actual. En Argentina y Brasil hay mucha más gente pobre. Y los clubes no tienen el dinero de los europeos. Sobreviven criando y vendiendo jugadores. Ya sacarán otros. Eso es lo que menos les preocupa. Sólo quieren sus buenos millones de dólares. Y los futbolistas, irse. Para Agüero, por ejemplo, el Atlético, a sus 18 años, tiene que ser un paraíso. Salen de la pobreza y con ellos todas sus familias.