El final de un veto
El jugador del Milan Dida se convertirá el próximo martes en el primer guardameta titular de raza negra de la selección brasileña en 40 años
Actualizado:Echando un vistazo al elenco de brasileños que ha participado en las últimas Copas del Mundo, nadie creería que los jugadores negros son un añadido más bien reciente a la selección más laureada de los Mundiales, en la que han brillado de un modo extraordinario en casi todas sus apariciones. La relación de los futbolistas blancos con el combinado de Brasil ha sido preeminente durante muchos años. En 1921, el entonces presidente de la República, Epitafio Pessoa, ya exigió a los dirigentes del fútbol de su país una selección formada exclusivamente por jugadores blancos con el cabello liso. Ese requerimiento fue estrictamente llevado a cabo en un deporte que por aquel entonces no contaba con demasiados adeptos en el país que hoy en día es el ejemplo a seguir en cuestiones futbolísticas.
Hasta mediados del siglo XX, el jugador de raza negra era considerado como alguien a quien asaltaba la ansiedad y un terrible complejo de inferioridad. La palabra que más se identificaba con el sentir de ese colectivo era 'saudade', algo un poco más profundo que la añoranza del idioma castellano. Por todas esas razones, y teniendo en cuenta que Brasil no es un país racista, sino clasista, los futbolistas blancos dominaron la totalidad de las convocatorias.
Con estos antecedentes, el próximo martes se producirá un hecho llamativo: Dida será el primer guardameta negro en una Copa del Mundo que defienda la portería de Brasil desde 1950. Se produjo una única excepción, hace justo 40 años, en el estreno del Mundial de Inglaterra. El protagonista fue el mulato Manga, del Botafogo, quien encajó los tres goles que le endosó Portugal a su ex colonia americana. Damnificado por aquella dolorosa derrota, en el siguiente encuentro, dejó su puesto al meta del Santos, Gilmar.
Para justificar esta carencia, existen versiones que apuntan a que los porteros negros nunca fueron tan buenos como los blancos, y los datos saltan a la vista: de los 92 guardametas que han defendido la portería de Brasil, sólo 12 han sido negros o mulatos. De hecho, hay algunos equipos en Brasil que nunca han tenido un meta de color.
El 'maracanazo'
Ese vacío en la selección se produjo tras la derrota ante Uruguay en la final de 1950, disputada en Maracaná. Se culpó al portero Barbosa de esa humillante derrota por un presunto 'frango' literalmente, 'pollo', aunque el término se aplica al fallo garrafal en la jerga futbolística brasileña) y su caída en desgracia alcanzó tal extremo que incluso se le llegó a vetar la entrada en las instalaciones de la CBF.
Barbosa murió hace poco, absolutamente empobrecido, deprimido y rechazado por la mayor parte de la exigente afición de su país. Desde ahí hasta este Mundial de 2006, sólo el ejemplo antes reseñado. También aquí hay opiniones que intentan justificar el subcampeonato, al asegurar que, al haber un número impar de combinados, Brasil jugó más partidos que Uruguay.
Lo cierto es que la discriminación de los futbolistas negros no sólo afectó a los porteros. También desaparecieron de la selección los jugadores de campo afroamericanos durante varios años, y hombres del talento descomunal de Pelé o Garrincha tuvieron que pasar una etapa de meritorios en el banquillo hasta que, en 1958, cambió la situación.
El primer título
Dos años antes, se incluyó a los futbolistas de color más destacados en una gira que Brasil realizó por Europa, con el fin de disputar diversos encuentros amistosos. El rendimiento de algunos de esos hombres fue muy notable y, con el paso del tiempo, fueron adquiriendo más fuerza en el equipo, aunque sin hacerse un hueco en el once inicial. La situación era tan sangrante que, en los días previos a la Copa del Mundo de Suecia, los jugadores blancos se reunieron con el seleccionador para que olvidara los prejuicios que existían y abriera la puerta de la titularidad a sus compañeros negros.
Esta iniciativa coincidió con otros aspectos, igual de importantes pero menos llamativos, dado que el fútbol brasileño se organizó mucho mejor que en los años precedentes, se adoptaron medidas para aumentar los ingresos de los deportistas y, desde luego, se contó con la participación destacadísima de los antes aludidos Pelé y Garrincha, entre otros. Todos estos esfuerzos, de gerencia, financieros y de filosofía, tuvieron su resultado: Brasil fue campeón del mundo por primera vez y hoy es el país más elogiado del planeta fútbol. El fútbol en Brasil es una de las actividades más populares que existen y se juega en la calle. Pero estas facilidades son relativamente modernas. Desde su introducción, a cargo del descendiente de británicos Charles Miller, en 1894, y hasta mediados de los años treinta fue un deporte de ricos. Las primeras alineaciones estaban formadas casi exclusivamente por nombres anglosajones y las clases populares fueron apartadas de ese nuevo y refinado entretenimiento. El primer partido jugado en Brasil tuvo lugar en el mes de abril de 1895 y enfrentó a los empleados de las compañías inglesas presentes en Sao Paulo, la del gas y la del ferrocarril. Ganaron los ferroviarios por 4 a 2.