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Con nombres y apellidos
Un policía y dos voluntarios de la Cruz Roja relatan su trabajo y experiencia con los 223 inmigrantes rescatados el martes
Actualizado: GuardarTienen nombre y apellidos, pero muy rara vez su actuación es difundida por los medios; sólo ocurre eso cuando el acontecimiento al que acuden es de una gran envergadura y se necesita más que nunca su labor altruista. Ése fue el caso del 11-M y ahora ha sido el del rescate del pesquero procedente del Golfo de Guinea con 223 inmigrantes a bordo. En el puerto de Cádiz, se desplegó un dispositivo asistencial y policial.
Allí, estaban tres médicos, seis enfermeras y cuarenta voluntarios de Cruz Roja. Entre ellos, los equipos de emergencia de Barbate y Tarifa, por su experiencia en el salvamento de inmigrantes, unido a un equipamiento de cinco ambulancias, varios vehículos y dos hospitales de campaña.
Uno de los integrantes del dispositivo fue el voluntario de Cruz Roja en Salud y Socorro Miguel Cela, quien tuvo como tarea colocar la fila en la que a los inmigrantes se les daba agua y fruta y más tarde se les tomaba una huella. Mientras hacía esta tarea se sentía indignado porque «las mafias les engañan con un futuro mejor, cuando la cosa es muy distinta; aunque éstos venían en mejores condiciones que los que rescaté en Cádiz hace dos años».
Pero no fue el único. El primero en ver cómo se encontraban fue el médico voluntario de Tarifa, Diego Oliva, que tiene 18 años de bagaje. En tres minutos tenía que clasificar, según el estado de salud, a los inmigrantes en «rojo, verde y amarillo» para detectar alguna enfermedad o infección. Las primeras pruebas que le realizaron fueron de audición, temperatura, pruebas de anemia, mucosa y pulso. El tiempo de atención fue menor al de otras ocasiones ya que cuando atiende a las pateras en Tarifa cuenta con más tiempo, pero aquí «enseguida se los tenían que llevar». Sobre el estado del contingente asegura «que se encontraba bien porque supieron racionar los alimentos y las bebidas, siendo curioso que en el barco había hasta aire acondicionado».
Traslados a Algeciras son custodiados por efectivos policiales de Sevilla y de la localidad algecireña. Éstos se comunican con los inmigrantes a través de gestos ya que «ninguno de ellos habla». Los sin papeles duermen en una colchoneta a la «espera de la notificación judicial» porque «aquí no se les puede tener más de dos o tres días». Nombres y apellidos que trabajan por el bien de todos sin rostros.