Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
AMOR. Ronaldinho le da al esférico un trato inmejorable. / AFP
alemania 06

Brasil contra el mundo

La selección que encabeza Ronaldinho parte con la vitola de máxima favorita y sólo Alemania y Argentina parecen destinadas a plantarle cara

ENRIQUE ORTEGO<br><br> Enviado <br><br>especial/a Berlín
Actualizado:

Alemania ya es el corazón más grande del mundo. Desde hoy, 9 de junio, al soñado 9 de julio. Del Allianz Arena al Olímpico. De Munich a Berlín. Del 'penta' y campeón en ejercicio, Brasil, que ha participado en las diecisiete ediciones anteriores del Campeonato, a los debutantes, Trinidad y Tobago, Costa de Marfil, Angola, Togo, Ucrania y la República Checa. Y, para el aficionado español, una vez más en el centro de este universo futbolístico, sólo hay ojos para la selección, para este combinado de Luis Aragonés que no termina de expresarse en su mejor versión.

La interrogante que no cesa comenzará a desvelarse a partir del próximo miércoles, cuando los futbolistas capitaneados por Raúl comenzarán su aventura. El objetivo marcado por el propio seleccionador: pasar el Rubicón de cuartos o, lo que es lo mismo, meterse en semifinales, sinónimo de estar entre las cuatro grandes potencias.

Brasil suma, no resta

Hacía muchos años que el Mundial no abría sus puertas con un

favorito tan marcado. Todos los dedos señalan a Brasil como máximo candidato al título y nadie se atreve a decir lo contrario. Brasil sólo juega para ganar. Es una constante a través de la historia. De los 87 partidos que ha disputado en la Copa del Mundo ha vencido en 60 y además de sus cinco títulos (1958, 62, 70, 94 y 2002), su tarjeta de visita presenta otras dos finales (1950 y 98), tres semifinales (1938, 74 y 78) y otros tres cuartos de final (1954, 82 y 86).

Pero Brasil no vive de su pasado. Mira al futuro desde un presente que le permite asombrar a su paso. Busca la victoria por la autopista de la sonrisa. Es la patente del 'jogo bonito'. Del juego de ataque. Del gol. Del regate, la finta, la bicicleta. Su seleccionador, Carlos Alberto Parreira, hace juegos malabares para encajar sus piezas. Le sobran delanteros, pero prefiere que jueguen los más posibles, aunque siempre amenace la duda de que un día puede suceder una tragedia tan grande como la del 'maracanazo' del 50 y él será el primero al que se le lleve la corriente.

Brasil suma, nunca resta. No se conforma con ganar. Quiere ganar con su estilo. Ronaldinho más Ronaldo más Adriano más Kaká... y, si es menester, hasta Robinho. Y atrás, que se las arreglen, si puede ser atacando, mejor.

La historia de este Mundial se escribirá a partir de lo que haga Brasil. El mundo futbolístico se rinde a la evidencia de que es el mejor, pero nadie renuncia a ser su verdugo por un día. Para ese papel sobran opositores en los dedos de una mano. Alemania -sobre todo porque es el anfitrión, no porque ahora tenga un gran equipo-, Argentina e Inglaterra... Francia e Italia parecen estar en un segundo escalón. Y Holanda y Portugal son tan imprevisibles como España, aunque su fútbol puede entrar más por los ojos del aficionado más purista. Y en esta previa, una apuesta por Suiza, México y Costa de Marfil, que pueden ser los animadores del Campeonato.

El póker inglés

La duda de cómo llegarán los equipos, sobre todo los europeos, después de una temporada tan cargada siembra la incertidumbre y debe igualar aún más una competición en la que ya casi ningún protagonista quiere aceptar el papel de comparsa. Ni siquiera Trinidad y Tobago, que puede ser la víctima más propiciatoria.

Tácticamente no se espera ninguna desvelación novedosa. Brasil y su cuadrado mágico (4-2-2-2) se antoja como la apuesta más arriesgada y menos manoseada. España, Italia y Holanda preparan un elástico 4-3-3 que permite una serie de alternativas sobre la marcha, mientras Alemania, Francia e Inglaterra se agarran a las raíces más clásicas y optan por un académico 4-4-2, que en el caso de los de Eriksson tiene un tremendo potencial ofensivo con un póker de jugadores -Beckham, Gerrard, Lampard y Joe Cole- que si se ponen de acuerdo el mismo día y a la misma hora pueden y deben ser letales. Si finalmente Rooney les acompaña y su portero les respeta, estaremos hablando de una selección supercompetitiva.

Desde el punto de vista de los árbitros debe llegar el rigor suficiente y nunca excesivo que permita que corra el balón y se proteja a los futbolistas que apuestan por buscar algo más que el resultado. La amenaza del presidente de la FIFA de que el colegiado que se equivoque -fallos técnicos, no de apreciación- será expulsado, nunca se sabe cómo influirá en sus estados de ánimo. Esta presión añadida puede ser perjudicial en determinados momentos.

Ahora sólo falta que el discutido y sofisticado balón comience a girar. Sesenta y cuatro partidos por delante, 736 futbolistas, doce estadios y una organización que asegura que pasará a la historia por su sobriedad y funcionamiento ejemplar. Que así sea entonces.