ANA FERNÁNDEZ ACTRIZ

«Siempre interpreto a mujeres más fuertes que yo»

La actriz de 'Solas' hace doblete y estrena hoy 'Amor en defensa propia' y 'Sin ti', donde arriesgó su vista para encarnar a una invidente

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-Benito Zambrano no la veía como protagonista de Solas

-Es verdad. Decía que no tenía cara de limpiadora. ¿Y qué cara tiene una limpiadora? Ante esa pregunta accedió a hacerme una prueba. Primero para un papel secundario y luego para la protagonista.

Ana Fernández amortizó la bata que le pidió a su madre para aquella prueba con el Goya a la actriz revelación. Han pasado seis años, y todavía se asocia su nombre a la conmovedora ópera prima del sevillano. Hija de un hombre de campo y de una mujer que enviudó y sacó sola a cinco hijos, la actriz también se considera una curranta nata: antes de inspectora en la serie Policías hizo bolos teatrales en clubes de jubilados. Hasta fue la chica del tiempo en Canal Sur.

Dos películas como protagonista el mismo día demuestran su buena racha. Amor en defensa propia la presenta como cuarentona en crisis sentimental. Sin ti a punto estuvo de acabar con su salud: se metió tanto en el papel de una mujer ciega tras un accidente que la actriz sufrió una presbicia acelerada. Ella resta méritos. «No quiero que se engrandezca. Creo que le pasaría a cualquiera que interpretase a una invidente».

-¿Qué le ocurrió?

-Perdía la vista en el vacío cuando actuaba. Vamos, que no enfocaba, sólo veía manchas. Y el músculo quedó vago al no trabajarlo durante tantas semanas. Tampoco parpadeaba cuando gritaban acción, y el lagrimal dejó de funcionar. El personaje me llevó a ello, yo no era consciente. No me han quedado secuelas, pero me asusté. Todos los personajes te quedan un tiempo, y a mí me quedó esa manera de mirar sin ver. '¿Ya estás mirando ciega!', me decían.

-Se paseó por Barcelona con un antifaz bajo unas gafas negras.

-Yo siempre me meto en una burbuja con mis personajes. Y con Lucía decidí que el entorno no me iba a poder. Tenía mu-cho miedo a no resultar creíble como ciega. Había hablado con tantas mujeres que me habían abierto las puertas de su casa y de su corazón Tenía una responsabilidad con ellas. La quiero mucho a esta Lucía.

-¿Mira diferente a la gente ciega desde entonces?

-Ya no siento lástima por ellos, sino respeto y admiración. Ahora veo más ciegos que antes. Y siento un lazo con ellos, porque yo he experimentado durante muy poco tiempo los obstáculos de la ciudad.

-¿Al afrontar un personaje así llegó a pensar si tendría su misma valentía y afán de superación?

-Claro. Cuando me ponía el antifaz era una ciega muy tranquila, muy ordenada y con un sentido de la orientación que me sorprendía. El monitor me decía que era muy buena ciega. Estaba tan tranquila porque, en el fondo, sabía que sólo era cuestión de quitarme el antifaz. Miraba para dentro y pensaba, ¿qué me pasaría a mí? Siempre hago personajes más fuertes que yo. Pero me crezco con las dificultades. ¿Y me gusta tanto la vida! Si la vida te gusta, hasta estando ciega te entraría por todos los poros.

-¿Recuerda la vida antes de Solas?

-He trabajado de cajera, de niñera He sido actriz de doblaje, presentadora de televisión, he dado la información metereológica Cuando necesitas pelas y no eres rica haces de todo. Miro para atrás y veo que he pasado etapas muy buenas. Si hacía teatro con una compañía pequeñita y la función me gustaba, eso me llenaba. El cine no estaba en mi cabeza en aquella época, así que nunca me sentí una actriz frustrada. Ahora se empieza a hacer cine en Andalucía, hace unos años era impensable.

-¿Qué percepción tiene de Solas? ¿Se acuerda de ella?

-Sé que siempre seré la actriz de Solas, y no me molesta. Pero yo siento más cercanos mis últimos personajes. Me encuentro con gente que me dice que la ha visto tres o cuatro veces.

-Acaba de encarnar a la madre de La Faraona en Lola.

-Cuando me lo dijeron me quedé un poco así '¿Pero cómo vas a hacer de madre de Lola Flores!', me decían mis amigos. Todo el mundo tiene en la cabeza a la Lola de los últimos años. Y esta película abarca desde que tenía ocho años hasta los treinta. Interpreto a una andaluza de pueblo, de Sanlúcar. He trabajado un andaluz que cecea.

-Otra mujer fuerte.

-Una luchadora. Una mujer valiente, llena de vida, con sentido del humor. Me llamó la atención que una pareja que se gana la vida con un bar en Jerez lo cierra y apuesta todo por la ilusión de una niña, que con 19 años decide irse a Madrid. Me gustaba que la niña Lola no tuviera miedo a sus padres. ¿En los años cuarenta! Espero acercarme al espíritu de la madre de Lola Flores.

-¿Le conmueven esos mitos populares: Lola Flores, Rocío Jurado ?

-Lola era una mujer muy especial. He visto vídeos de la época, y es impresionante: tiene una energía y un carisma que sólo se puede nacer con él. Incluso si no te gusta el folclore tienes que admitir que era una mujer muy especial. Como Rocío Jurado: canta y ves a una bestia de escenario.

-¿Le pasa factura el ritmo de trabajo?

-Me curo durmiendo. El cuerpo me llama la atención cuando me tiembla un párpado y sufro neuralgias. Entonces sé que debo parar. El fin de semana puedo dormir todas las horas del mundo. Nunca me pongo enferma en los rodajes, siempre después. No puedo dormir, sueño con la película, el personaje Luego me tomo unos días y me acerco a mi familia. Tengo unos sobrinos de tres años, y estar con ellos me da una inyección de vitaminas al corazón.

-¿Cómo sería un día perfecto fuera del plató?

-Me levanto cuando el cuerpo se despierta. Tomo fruta para desayunar. Me llevo un guión a la playa. O mejor, un libro.