Una casa con 28 siglos
Después de años de espera, hoy abre sus puertas de forma oficial la Casa del Obispo, un yacimiento arqueológico que testimonia el Cádiz trimilenario como nunca se ha visto
Actualizado: GuardarEl día ha llegado. Por fin, la cualidad de trimilenaria de la que presume Cádiz, esa que la pondera como la ciudad más antigua de Occidente, traspasa las fronteras de los libros de Historia para convertirse en una realidad tangible a los ojos de todos. Hoy abre sus puertas la Casa del Obispo, el yacimiento arqueológico más espectacular de los últimos tiempos que conserva restos imbricados de todas las civilizaciones que han pasado por la ciudad desde el siglo VII a C. hasta la época contemporánea. La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, inaugura hoy este enclave que ha puesto en valor la empresa gaditana Monumentos Alavista y que está llamado a ser un epicentro del turismo cultural.
Unos 4.000 metros cuadrados -2.000 visitables y otros 2.000 que se irán destapando en futuras fases de trabajo- que desde hace 28 siglos, de forma sucesiva, todos los pobladores (fenicios, romanos, musulmanes...) han elegido para asentarse, dejando tras su paso importantes vestigios (restos de edificaciones, orfebrería, cerámica...) que no fueron descubiertos hasta 1998.
«La apertura de la Casa del Obispo supone para Cádiz un lanzamiento, al recuperarse una zona de alto valor arqueológico. Es la prueba de sus 3.000 años de historia», comenta el responsable de Monumentos Alavista, Germán Garbarino, subrayando que, además, se trata de «un yacimiento único en el mundo, porque se encuentra enclavado en el centro de la ciudad, entre dos catedrales».
Puesta en valor
Más de un 1.200.000 euros ha invertido la empresa gaditana en la puesta en valor de este espacio, de cuya gestión -del mismo modo que lo están haciendo en la Torre de Poniente de la Catedral- se harán cargo durante los próximos 25 años y que supondrá la creación de ocho nuevos puestos de trabajo directos.
La responsabilidad arquitectónica de la iniciativa ha corrido a cargo de Carmen Muñoz Gallardo, con Manuel Ballester de aparejador y los trabajos arqueológicos han sido realizados por José María Gener y Juan Miguel Pajuelo. El encargado de dirigir el proyecto ha sido el propio Germán.
Pese a que el hallazgo del yacimiento se produjo hace ya ocho años -en los que se sucedieron excavaciones interrumpidas, proyectos frustrados y complicaciones burocráticas-, desde que la empresa adjudicataria elegida por el Ayuntamiento comenzó las obras de rehabilitación del antiguo Palacio Episcopal han transcurrido tan sólo nueve meses. Un tiempo en el que, además, se han podido sacar a la luz nuevos restos arqueológicos y se ha acondicionado la Plaza de Levante, que conecta la puerta Este de la Catedral con una de las entradas al yacimiento. Un patio que ha sido remodelado y que sólo permanecerá abierto durante el horario de visitas al yacimiento.
Lo que se puede ver
Sin necesidad de salir del edificio se puede recorrer la Historia de Cádiz desde el comienzo de los tiempos civilizados.
La oferta cultural está formada por cuatro recorridos, que llevarán por las distintas dependencias según las épocas: el Cádiz Fenicio-Púnico, el Romano Republicano, el Romano Imperial y el Moderno. Se podrán ver todo tipo de restos de edificaciones y estructuras, que dan testimonio de la vida de sus pobladores: pozos, piletas, aljibes... Desde una alfarería hasta el lugar donde se tintaban las telas. Son como «parques temáticos de la historia de Cádiz», según Garbarino.
Todo ello con los correspondientes paneles explicativos, apoyados en la tecnología multimedia más puntera. Montajes de audio y vídeo que permitirán al visitante «meterse en la historia y entender cómo vivieron las distintas civilizaciones reflejadas».
«Se han colocado grandes pa-neles retroluminados con explicaciones didácticas. Además, hay pantallas de plasma desde las que se explicará, por ejemplo, cómo se pintaba en época romana, qué es un criptopórtico o cómo era Gades a vista de pájaro, a partir de una reconstrucción tridimensional».
Los recorridos se realizarán a través de pasarelas suspendidas sobre los restos de las distintas épocas que aparecen superpuestos y a una profundidad de hasta ocho metros, con especial prevalencia de los correspondientes a época romana, tanto de la etapa republicana como de la imperial.
Tal y como explicó la arquitecta del proyecto, Carmen Muñoz Gallardo, la superposición permite que el visitante «se dé cuenta de cómo se han ido integrando las fases constructivas. Las estructuras se han ido reutilizando una y otra vez a lo largo de la Historia».
Espacios expositivos
Asimismo, el complejo arqueológico acogerá una muestra permanente del amplio legado encontrado en las sucesivas excavaciones realizadas.
Unos fondos cuyo volumen obligará a los responsables de la Casa del Obispo a realizar frecuentes rotaciones de manera que todo el material llegué a estar a disposición del público y, aunque se repita la visita, siempre se puedan ver cosas nuevas. Entre estos objetos se encuentra una gran variedad de cerámicas de todas las épocas y distintas piezas de orfebrería, como un valioso anillo de oro.
Otro espacio del complejo ha sido reservado para acoger exposiciones de carácter itinerante.
Lo más destacado
Además de lo anteriormente descrito, merece una mención especial la reproducción estucada de un fresco romano en el que ha trabajado la antigua directora del Museo Provincial, Cándida Garbarino. Así como la posibilidad de contemplar los importantes hallazgos que se han producido en los últimos meses.
De construcción «única» calificó el arqueólogo Juan Miguel Pajuelo el muro púnico de dos metros de alto que fue encontrado el pasado abril durante el resanado de las paredes del edificio. Una sorpresa similar a la que se llevaron dos meses antes cuando apareció una fachada romana de cinco metros de alto, construida en el siglo I d. C.
El resanado también permitió recuperar los estucos originales del revestimiento romano del criptopórtico del Palacio Obispal.
Otro de los últimos tesoros rescatados ha sido una tumba tardorromana de un recién nacido (siglo III) y una vivienda de época fenicia que permanecía en la vertiente este del exterior del edificio. En sus proximidades, entre la Casa del Obispo y la parroquia de Santa Cruz, los arqueólogos han dado también con lo que podría ser un lienzo perteneciente a la antigua muralla me-dieval de la ciudad.
Historia de la casa
El primer indicio de ocupación del enclave es una pequeña edificación tapial del siglo VII a C. Una estructura que se hizo más grande en el siglo VI a C. y que, cien años más tarde, se convirtió en un gran edificio púnico que se mantuvo hasta el siglo I (Roma Imperial), según los arqueólogos de Monumentos Alavista. Con posterioridad, sufrió una fuerte remodelación aunque se aprovecharon las estructuras previas. En los siglos III y IV fue objeto de graves daños y durante la época medieval musulmana, fue abandonado. En los siglos XVI y XVII se construyó una gran casa con patio central dotado de grandes arcos y corrales en su parte baja, y una vivienda noble en la primera planta, que llegó a ser sede episcopal. Hoy, 28 siglos más tarde y después de años de espera, vuelve a dársele utilidad, convertido en uno de los atractivos culturales más importantes de la ciudad.